Cada día resulta más complicado reseñar los nuevos trabajos de Korn. Fundamentalmente el problema reside en que las novedades en la sonoridad del grupo son casi imperceptibles, la evolución estilística se mantiene en stand by y, pese a ello, los estadounidenses aguantan el tipo. “Take A Look In The Mirror" es mejor que "Untouchables", aunque no justifica esa excitación de los de Jonathan Davis por darle un sucesor a aquel o por convencernos de su retorno al pasado. De algún modo, Korn son capaces de girar una y otra vez sobre si mismos sin decepcionar en la medida en que sí lo han hecho Deftones, sin convertirse en una mediocridad como Limp Bizkit, sin explotar el filón como Linkin Park a base de discos de remezclas, directos innecesarios, pero deshinchando su propia leyenda. Seamos claros. Korn son ya incapaces de firmar obras como "Korn" o "Follow The Leader", pero no han perdido la capacidad de ofrecer discos válidos. ¿Qué puede significar eso? Pues que posiblemente en un tiempo pasen a ocupar el lugar de todos aquellos grupos metálicos de los ochenta que siguen rodando por el mundo grabando discos y actuando sin que se les preste demasiada atención. Como les decía, "Take A Look In The Mirror" no ofrece grandes novedades, ni siquiera variaciones, ni tampoco ese supuesto retorno a la crudeza primitiva de sus inicios. Nas ocupa el puesto de rapero invitado que otros ocuparon antaño, la versión de "One" se convierte en una curiosidad como en su momento aquella broma a costa de Cheech & Chong, la melodía de "Did My Time" sorprende tanto como lo hicieron otras en cada uno de sus últimos discos, el particular sonido de sus bajos y sus guitarras sigue sin conocer igual entre sus contrincantes (¿les quedan?), pero al final todo se resume en que cualquier tiempo pasado fue mejor. Los discos de Korn continúan estando bien, esa es su mayor virtud y, mal que me pese, su mayor defecto.
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