“Versions”, el álbum sinfónico de 2013 en el que Zola Jesus reinterpretaba canciones extraídas de discos pasados, venía a anunciar algo y suponía un antes y un después en la carrera de la heredera al trono del goticismo trendy. Lo que no terminaba de quedar del todo claro era si se trataba del canto de cisne de la cantante ruso-americana o de la carrerilla necesaria para tomar impulso antes de un gran salto. El fichaje por Mute, sello de Diamanda Galas, Goldfrapp o Anita Lane y de cuya nómina parecía predestinada a formar parte, avala la segunda opción.
“Taiga” es un álbum sensiblemente más ambicioso que sus predecesores y me atrevo a asegurar que es también el disco con el que Nika Roza Danilova aspira a convertirse en artista global en la estela de las Florence, Bat For Lashes, Daughter y demás divas de la languidez con préstamos de los 80. Para eso ha contado con la colaboración en la producción de Dean Hurley -responsable del “The Big Dream” de David Lynch- y Chris Coady, la mano maestra tras el sonido de Beach House y que ya trabajara con Zola Jesus en un par de singles en el pasado. Entre los tres y con la ayuda de una decena de músicos, mayormente vientos, consiguen un sonido mucho menos claustrofóbico y tenebrista de lo que nos tenía acostumbrados hasta hoy. Desde luego no van a venir por ahí los problemas de audiencias de la Danilova.
Citaba a una serie de artistas contemporáneas en una línea relativamente cercana a la Zola Jesus de 2014, artistas que a la hora de confesar sus referentes nunca han ocultado la decisiva influencia de Kate Bush sobre su música. Sin embargo, estoy convencido de que Danilova ha crecido como artista con otra mujer contemporánea a Bush como espejo: la no menos influyente en aquellos años Siouxsie Sioux. Similar chorro de voz, más interesadas ambas en la música cinematográfica y la contemporánea que por los grupos con los que suelen compartir cartel, referentes de la troupe siniestra… De alguna forma la publicación de “Taiga” no hace más que reforzar las comparaciones, convirtiéndose este disco en algo así como su particular “Peepshow”, un álbum (fallido) que hizo las veces de bisagra en el viraje de Siouxsie y sus Banshees desde el post-punk hacia un pop que acabaría coqueteando con la comercialidad.
También como en aquel caso, “Taiga” es un disco que se define mucho más por su producción que por las canciones. De hecho me atrevería a decir que aquí apenas hay dos realmente destacables: el single “Dangerous Days” (que perfectamente podría sonar en cualquier discoteca con un mínimo de gusto) y la épica “Lawless”, con sus dosis de épica ochentera. Del resto del disco rescataremos pasajes, ambientes,… para terminar con la sensación de que Zola Jesus dará definitivamente el salto a la primera división el día que consiga amasar un puñado de temas verdaderamente redondos. Todavía no.
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