Hablar del metal gótico de los noventa es hablar de Paradise Lost. Un hecho que muchos parecen haber olvidado en este país –no en Alemania, por ejemplo- y del que son tan culpables un sector de seguidores de mente poco abierta así como algunas discográficas y promotores por no realizar como deberían su trabajo.
Una lástima si tenemos en cuenta que el cambio de rumbo que la banda inició con el excelente “One Second” y que exploró más a fondo en “Host” dio lugar a algunas de sus mejores composiciones. Tras un más directo pero algo irregular y disperso “Believe In Nothing” llegamos al presente, momento para la decepción, la reflexión... y para el renacimiento. Porque, cambio de discográfica de por medio, Paradise Lost han conseguido con “Symbol Of Life” dar a luz el mejor trabajo que podíamos esperar de ellos en la actualidad, un álbum en el que han sabido reinventarse de nuevo sin dejar de sonar a ellos mismos y que recupera algunos de los elementos presentes en sus obras cumbre: las guitarras más duras desde “Draconian Times” -sampleadas y cercanas a Rammstein en “Isolate” o “Perfect Mask”-, coros femeninos -el potente y pegadizo primer single “Erased”-, algunas de las melodías y atmósferas más densas y oscuras desde “Icon” e incluso un tema del calibre de “Channel For The Pain”, su pieza más agresiva en muchos años. Todo ello preservando un sonido moderno y actual que no deja de lado lo aprendido en su reciente fase de experimentación. Por si fuera poco cierran la edición limitada del disco con dos versiones: “Small Town Boy” de Bronski Beat y “Xavier” de Dead Can Dance. Sinceramente, si no te atrapa este disco es que probablemente nunca has amado su música.
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