Hay algo que salta a la vista las primeras veces que se escucha el cuarto disco de Polar: que su sonido vuelve a la esencia del grupo –ya no tenemos arreglos de cuerda ni teclados como en el anterior “Comes With A Smile” (Jabalina, 04)– y que las guitarras son rasgadas con un poco más de fuerza, hecho que los aparta del difícil terreno del slowcore.
Asimismo, parece que los valencianos se han tomado en serio eso de alejarse de la etiqueta de “grupo triste” con que aún se les identifica, y quizá por eso nos ofrecen una colección de canciones amargas pero no desesperadas en que se pasa revista al pasado (“1988”), se recuerdan relaciones que aunque hayan terminado siguen doliendo (“A Way To Forget”) y se reflexiona sobre el proceso de composición de una canción (“Stuart”). Incluso hay tiempo para referirse a un momento triste de la serie de TV3 “Porca misèria” en “Pere i Laia” y a la novela de Jack London “Martin Eden”, a la cual dedican una canción homónima que, juntamente con “A Way To Forget” y “1988” me parecen los dos dardos más acertados del disco. Esperemos que en su próximo trabajo puedan hablar de la felicidad con un poco menos de ironía (pero sin dejar de ser polares).
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