The Warlocks pueden tener tantos pedales como Loop, o mear droga y testosterona por litros, pero el ruido que meten es bobo de solemnidad. En su intento de tensar cadenas (¿tensión? ¿se refieren a ese simulacro brasas de muro de sonido narcótico?), “Surgery” acaba trazando círculos alrededor de lo que únicamente puede denominarse de una manera: nada. Una nada ácida y cósmica, si lo desean, pero nada al fin y al cabo. De no existir la palabra, la inventarían para ellos. The Warlocks son como Spiritualized sin el gospel, o sea un ladrillo de tomo y lomo. Un poco de perspectiva nunca viene mal: acaba de salir un disco, el de The Gris Gris, en el que uno sí vive de veras la ilusión de estar flotando sin red en un espacio impredecible. Tras la escucha de “Surgery” la única sensación que queda es –mundana como pocas- la de haber estado perdiendo un tiempo precioso con tipos insustanciales y bastante traspapelados, continuamente de bajón. “Ven y sálvanos, de nosotros”, dice Bobby Hecksher en la canción que abre el álbum. Jamás un estribillo resultó tan apropiado.
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