No todo lo relacionado con la globalización es malo. ¿Un ejemplo? La existencia de Superorganism. Todo empieza hace tres años en Japón con la visita de The Eversons, un combo de power pop más que reivindicable. Ahí el grupo conoce a una fan adolescente, Orono Noguchi, que se acaba convirtiendo en una buena amiga a distancia gracias a las nuevas tecnologías. Un par de años después, la banda neozelandesa descubre que Noguchi canta y escribe canciones, le ofrecen la posibilidad de participar en Superorganism y juntos alumbran uno de los singles más sonados de 2017: "Something For Your M.I.N.D.". Tras ese hit y un par más ("It's All Good" y "Nobody Cares"), The Eversons, su amiga nipona y tres amigas cantantes kiwis, se plantan en Londres para crear más música e iniciar una carrera bajo el amparo de la todopoderosa Domino Records.
La receta de Superorganism, en esencia recrear el bubblegum californiano de los años sesenta con instrumentos y cacharrería electrónica modernas, y muy cercana a la fórmula del recorta y pega festivo de The Go! Team, no revoluciona nada (también se les suele comparar con la cara más pop de The Flaming Lips), pero brilla con fuerza y de qué manera en su debut homónimo. Canciones como "Everybody Wants To Be Famous", "Reflections On The Screen", "The Prawn Song" o "Night Time", funcionan como pequeñas explosiones rítmicas y sensoriales de colorines, llenas de detalles cuidados (un arreglo, un coro, o un sonido en concreto), que reivindican la música pop como algo colaborativo, divertido y vivo. Superorganism, que detrás de su evidente optimismo oculta cierta retranca (ojo con la misantrópica letra de "Nobody Cares"), nos llega en invierno, pero su ADN es primaveral y veraniego.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.