Segundo trabajo del cuarteto de Gernika, con el que han querido dar un leve viraje a su propuesta musical; un disco conceptual en el que pretenden avisar de los riesgos de esta vida trepidante que llevamos hoy en día, donde parece que todo ha de ser inmediatez y prisas.
Canciones directas que se mueven en un abanico sonoro diverso, pero siempre enmarcado dentro del pop rock. Así, nos encontramos con un disco muy variado, donde manejan los tiempos a la perfección para no aburrir en ningún momento, y donde nos encontramos, prácticamente de todo, dejando claras sus influencias, que podrían ir desde La Fuga o Dikers hasta Lori Meyers, El Canto del Loco e incluso grupos de los 80… Y como siempre, digo esto para centrar un poco al oyente, no para dar a entender que Supercremalleras se dedican a copiar a estas bandas, porque no es así y porque, seguramente, si les preguntamos a ellos, no habré acertado con ninguno de los referentes… Es más, es encomiable el intento de los de Gernika por intentar crear su sello propio y personal, más allá de todas esas referencias mencionadas, algo que, sin duda, conseguirán si siguen por este camino.
Como muestra de esta inquietud musical, la larguísima canción con la que acaban el disco: ‘Arte moderno’, una composición de más de ocho minutos que comienza como un medio tiempo acústico, y va creciendo hasta conseguir cotas épicas, en la que los riffs de guitarra y la batería dominan el conjunto, mientras van apareciendo sonidos de teclados y voces distorsionadas en un puente realmente interesante. Una declaración de intenciones valiente y que demuestra la amplitud de miras de una banda totalmente libre de prejuicios.
La misma libertad que les lleva a estar igual de cómodos transitando el rock en ‘Stratocaster fiesta’ o en ‘Ya’, que abrazando los sonidos electrónicos con aires ochenteros en ‘Amor eterno’ o, sobre todo, en ‘Generación del 27’, explícito retrato generacional de una juventud sobradamente preparada, y sin embargo, prematuramente aburrida y superada por las circunstancias sociales que les ha tocado vivir, donde es complicado encontrar un halo de esperanza.
Pero donde Supercremalleras brillan de verdad, y donde parecen sentirse más a gusto es practicando esos ritmos indies en temas como ‘Ex’ o ‘Mis amigos y tus amigas’, manteniendo siempre un pie en el pop más clásico, sirva como ejemplo de ello ‘Politono’ o ‘Amore’, y pisando el acelerador cuando la situación lo requiere, como en ‘Chupa Chups’, donde por cierto, se acuerdan de Duncan Dhu… (mira, esta referencia no la habría imaginado).
‘Arte moderno y amor eterno’, un trabajo notable en el que el cuarteto bizkaino demuestra sus ganas de seguir evolucionando, mientras sigue escribiendo su propia historia, superando etapas, y sobre todo, intentando huir de todo tipo de etiquetas.
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