Parece que el grupo que puso a Chapel Hill en el mapa y estableció los principios del indie americano de los 90 está viviendo una segunda juventud desde que volvieron a la actividad con su excelente “Majesty Shredding” (Merge Records, 2010). Ahora presentan un nuevo disco que reafirma una de las carreras más sólidas y coherentes de la escena independiente. Casi sin hacer ruido, cada disco de Superchunk ha mantenido un nivel altísimo, pese al agotamiento del género que marcó a toda una generación en los 90.
En esta última etapa el grupo ha recuperado la velocidad y energía que marcaron sus inicios. En la primera mitad de este disco nos encontramos las canciones más directas y rabiosas que han firmado en mucho tiempo.
El single de adelanto “What a time to be alive” ha sido un auténtico golpe encima de la mesa tanto por su explícita letra “Ver la putrefacción, la escoria, la vergüenza, las putas mentiras / Oh, vaya época para estar vivo” como por su fuerza melódica heredera de cualquier canción de sus indispensables “No pocky for kitty” o “On the mouth”. Un himno instantáneo que habrá satisfecho enormemente a los fans “puretas” de una banda que nunca ha huido de sus fórmulas magistrales pero sigue sonando joven con unas letras que hablan del “ahora”, con la actual situación política y social de Estados Unidos en el punto de mira.
Más allá de los singles, los álbumes de la banda siempre han funcionado como un todo. Aquí en la cara A nos encontramos con grandes canciones como la genial “Dead photographers” o “Break the glass”, que la banda adelantó en formato de 7” para recaudar fondos para Southern Poverty Law Center (una sociedad sin ánimo de lucro que ofrece ayuda legal contra delitos de odio a los más desfavorecidos). La cara B del disco no afloja con la política “Reagan youth” o “Cloud of hate” donde el punk rock canónico campa a sus anchas, eso sí, con las guitarras bien afiladas marca de la casa.
En definitiva, el mejor disco que te puedes esperar de una banda que ha hecho del do it yourself y del respeto a su trabajo sus señas de identidad, incluso en este tiempo que nos toca vivir.
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