Cuando charlo con algún colega de la industria sobre qué artistas se merecerían recibir el apoyo de un gran sello gracias a su trayectoria, frescura y margen de mejora al amparo de los equipos de una multinacional, así como su originalidad, su capacidad de crecimiento y de aprovechamiento de los recursos a su alcance, el nombre de Soto Asa aparece encima de la mesa. Lo pongo yo, vamos, si es que alguno de mis interlocutores pasa por alto la carrera de un artista como el ceutí, autor de algunos de los mejores temas de reggaeton en España del último lustro, cosa que no suele pasar. El universo creativo de Soto Asa es una de esas brillantes excepciones que funcionan igualmente si las miras desde una perspectiva ilustrada como si, simplemente, te dejas llevar por la fuerza de sus producciones y la atmósfera creada por sus letras y el tratamiento de la voz que practica desde sus inicios.
Después de tres años sin firmar un larga duración, los que han pasado desde el lanzamiento del maravilloso “Coupé” y un lustro más tarde de aquel “Dawn Music” que disparó su popularidad con temas como “Me gustaron sus nai” –junto a Yung Beef–, llega “Super Sintiendo 64”, un álbum en el que Soto Asa plantea una vuelta al reggaeton más purista y aparca el coche de la fusión de estilos entre el urbano, la psicodelia y la electrónica con el notable resultado habitual. Es complicado definir las fronteras y las capitales del reino de Soto, pero desde luego lo que dibuja con cada proyecto es un lugar donde dan ganas de quedarse a vivir por hedonista. A vivir y a bailar. ¿Qué es más la música que eso?
Sin alcanzar la profundidad de “Coupé” o de “La Cruz”, que son trabajos que resuenan no solo en el oyente, sino en otros artistas de su generación y la posterior sin que sean capaces de reproducir algo similar, “Super Sintiendo 64” plasma la personalidad de Soto Asa y la docena de canciones que lo conforman se cuentan entre lo mejor del género en el presente curso escolar en nuestro territorio.
No hay en “Super Sintiendo 64” un himno como fue el citado tema con Yung Beef, sus colaboraciones con La Zowi o “Si tu kieres”, pero la calidad de fondo de todos los temas sí que está presente de forma indiscutible. Canciones como “Con el paso del tiempo”, “High School”, “Fendi” o “Verstappen” ahondan en el imaginario de un Soto Asa que ha sabido convertirse en uno de los artistas más sólidos del momento, aunando la frescura y la potencia en streaming del género urbano con la fidelización del público, precisamente a través de la construcción de un imaginario, que está asociada de forma habitual a la música independiente. Ahora bien, la pregunta, volviendo a esos corrillos de la industria a los que hacíamos referencia en las primeras líneas de esta reseña, es ¿qué puede aportar un gran label, en este caso Sony, a un proyecto así?
La pregunta la resolverá el paso del tiempo. No estamos hablando de un proyecto total, de un Soto Asa dentro de la estructura de una multi, sino de un álbum suelto, por lo que la forma de trabajarlo es distinta. A bote pronto pienso en que las radios de reggaeton del país ganarían bastante si le echaran un ojo al proyecto de Soto Asa, pienso también en su potencial para la temporada estival, que el público que escucha reggaeton descafeinado –muchísimo– llegara a conocer el sabor especiado y lleno de matices de un cantante de primer nivel, con una de las carreras más interesantes del panorama nacional urbano.
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