La primera sorpresa, tras escuchar este “Javelin”, es que después de los primeros sencillos y la lectura de los primeros comentarios me esperaba un disco cercano a aquella maravilla titulada "Carrie & Lowell" del 2015, pero eso es un poco reducido, como si solo hubieran escuchado las primeras partes de cada canción y hubieran obviado las segundas, porque este disco va más allá del regreso de Sufjan Stevens al modo cantautor folk pop, eso es cierto en el esqueleto de las canciones, pero su sonido se expande mucho más allá, incluyendo también pequeñas pinceladas de su amor por la electrónica y su gusto por el pop barroco y colorido, siendo una especie de perfecta síntesis de sus distintas etapas, con varias canciones que le confirman como uno de los mejores compositores del siglo XXI.
Muchas de las canciones comienzan con unos ligeros arpegios de guitarra o una breve línea de piano antes de convertirse en sinfonías con toques electrónicos, crescendos orquestales y maravillosos coros femeninos. Si bien es cierto que aquí Stevens vuelve a colocarse como el más directo heredero de Nick Drake y Elliott Smith, otros dos músicos que como él consiguieron trasladar en canciones la esencia misma de la tristeza y la melancolía, también logra con esos crescendos musicales contrarrestar la tristeza inherente a sus maravillosas melodías, como si primero compartiera contigo una tragedia y luego decidiera animarte y poner una sonrisa en tu rostro.
Como decía hace poco Kazu Makino de Blonde Redhead a artistas como Stevens "los amas porque realmente puedes escuchar su sufrimiento, su agonía, su dolor" y eso vuelve a pasar en "Javelin" pero aquí también hay un mensaje más optimista, a pesar de ser un disco sobre una ruptura, la vida sigue doliendo pero todavía hay esperanza. Cada canción es una maravilla por sí misma y Sufjan Stevens ha entregado el que puede que sea el tercer mejor disco de su carrera, tras "Illinois" (05) y "Carrie & Lowell" (15).
El disco se abre con "Goodbye Evergreen" que puede servir de ejemplo perfecto del disco, con tres parte bien diferenciadas, comienza como una delicada balada de piano con la cálida voz de Sufjan acariciando la melancólica melodía, pero a partir del minuto, o así, tiene un cambio electrónico que no hubiera desentonado en "The Age Of Adz" (10) y luego termina de manera orquestal y coral efervescente como si fuera parte de "Illinois". Sufjan Stevens condensa su sonido de manera sobresaliente.
Luego llega "Running Start" que tras su acústico comienzo también explota en otras sonoridades, como ese maravilloso coro de voces femeninas que nos lleva directamente al estado de Illinois. Y entonces aparece "Will Anybody Ever Love Me", una canción tan bonita que duele, la pueden poner desde ya en el pedestal de las grandes canciones de su carrera, ahí arriba junto a "Chicago", "Should Have Known Better", "John Wayne Gacy, Jr.", "Fourth Of July" o "Mystery Of Love".
Pero es que tras semejante cima, solo hay que escuchar su voz acariciarte, casi rompiéndose, al principio de "Everything Rises", para saber que estás ante otro momento especial, hay una pequeña parte en la que estira la melodía como si fuera el "Never Ending Story" de Limahl, pero lo increíble de la canción es cómo aúna ese sonido acústico y folk con sintetizadores analógicos y percusión electrónica creando otra maravilla que, al principio te arrulla y luego crea un final medio electrónico que trae a la memoria a los Air de "Playground Love".
"Genuflecting Ghost" comienza como otra maravilla de arpegios acústicos y armonías, que podrían haber firmado Simon & Garfunkel, pero, nuevamente, la canción va incorporando otros instrumentos y sonoridades, con esos coros femeninos y esas explosiones orquestales que nos vuelven a llevar a Illinois, aunque nuevamente combinándolo con percusiones electrónicas.
"My Little Red Fox" es un vals con una línea de teclado totalmente clásica, es su momento más barroco y clásico, con una letra sobre el derrumbe de la comunicación dentro de una pareja, "Bésame con el fuego de los dioses/ Sólo di lo que quieres/ Dilo por dentro/ Sin esa tos nerviosa". Eso se puede apreciar más claramente en la siguiente canción, "So You Are Tired", que comienza de manera devastadora, "Así que estás cansado de nosotros. Así que descansa la cabeza, retrocediendo catorce años de lo que hice y dije", con una melodía tan absolutamente acertada para encuadrar esas palabras que podría tararear cualquier cosa sin sentido y seguiría doliendo igual. Al final el nosotros se cambia por la solitaria individualidad del yo y duele todavía más: "Así que estás cansado de mí. Descansa tu cabeza, devolviendo todo lo que tuvimos en nuestra vida mientras yo vuelvo a la muerte". A pesar de la devastación el coro final de voces es edificante, como si dejara abierta la puerta a volver a juntar los añicos de su corazón roto.
En la breve canción titular tiene sentimientos homicidas, mientras que en "Shit Talk", el corazón del disco, es una descripción melancólica de una relación que no ha terminado del todo, pero que claramente no tiene ningún futuro: "Nuestra romántica segunda oportunidad está muerta, la enterré con el hacha de guerra. Deja tus payasadas ponlas a los pies de la cama y préndele fuego. Siempre te amaré pero no puedo mirarte". Musicalmente es como el resto del disco pero a lo grande, comienzos acústicos, momentos exuberantes, elementos orgánicos y electrónicos conviviendo a la vez y un precioso final instrumental, capaz de (volver a) romperte el corazón.
Eso sí, el disco no termina ahí, sino con una versión del "There's A World" del "Harvest" de Neil Young, que termina convirtiendo en una canción totalmente suya, esta vez se queda en la parte más folk pero con un mensaje optimista, "Mira a tu alrededor, ¿lo has encontrado caminando por la avenida? Mira lo que trae, podrían ser cosas buenas en el aire para mí y para ti". Y como en un hechizo el disco llega a su final.
Si Bruce Springsteen describió su aspiración para "Born To Run" (75) como Roy Orbison cantando letras de Dylan, producidas por Phil Spector, entonces este "Javelin" podría ser como si el Dylan de "Blood On The Tracks" (75) se hubiera juntado con el Elliott Smith de sus primeros discos en solitario y hubieran encargado a un Brian Wilson del Siglo XXI su producción. En resumen, una obra maestra.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.