Aunque infalibles en su retorno a los escenarios, las dudas ante la entrada de Suede al estudio para grabar la que sería continuación del decepcionante “A New Morning” (Epic, 02) resultaban inevitables hace ahora seis años. Sin embargo, la banda presentó en 2013 un disco tan ampliamente solvente como “Bloodsports” (Warner, 13), al que siguió el profundo y brillante “Night Toughts” (Warner, 16), que además vino acompañado de una película de Roger Sargent ilustrando cada una de las canciones y elevando así la noción de álbum a otro nivel. Con “The Blue Hour” (Warner, 18) se cierra una trilogía de ases cargada de sentido conjunto, y que certifica el regreso de Brett Anderson y compañía como uno de los más interesantes y necesarios de entre todos los renacidos grupos de los noventa.
En una época en la que el concepto de disco completo parece en desuso y el público prefiere consumir canciones sueltas, los londinenses publican una referencia grandiosa que funciona como todo firme y convincente, siguiendo una línea global que transita desde el principio al final y con significativas paradas en el desarrollo. Los catorce cortes aquí incluidos son capítulos ordenados y reveladores del mismo volumen, que en su transcurrir dan lugar a lo que podría llegar a calificarse como ópera pop. El universo de Suede ha sido con frecuencia dramático y oscuro, pero ambas peculiaridades alcanzan dimensiones inéditas a lo largo de la presente entrega, imponiéndose como la más inquietante de toda la carrera del grupo. Una continuación lógica de “Night Toughts” pero que, al contrario que aquella, apenas alberga algún single claro (“Wastelands”, “Life Is Golden” o “Don't Be Afraid If Nobody Loves You” serían lo más cercano). A cambio presenta una sucesión inalterada de canciones bellísimas y cargadas de significado, sentido y sentimiento, desde la inicial “As One” hasta el cierre majestuoso de “Flytipping”, que en realidad acoge tres piezas diferentes enlazadas a lo largo de sus siete minutos.
El disco presume de solemnidad apabullante, con distinguidos arreglos clásicos (a cargo de la Orquesta Filarmónica de Praga) que engalanan las canciones del quinteto. La alargada influencia de David Bowie siempre ha sido palpable y confesa en la música (y actitud) de Suede, pero en esta ocasión reaparece especialmente marcada por dramatismo multifacético, glamour, y una elegante teatralidad narrativa, además de la asunción superlativa de riesgos y una interpretación -la de Brett Anderson- que desborda el mero papel de vocalista para ocupar orgulloso el de protagonista de la obra. “The Blue Hour” es el disco más ambicioso de Suede desde el inmortal “Dog Man Star” (Sony, 94), y supone el paso valiente de un combo inmerso en una madurez creativa con la que continúa evolucionando a lo largo del proceso mismo de composición.
En los últimos años, Suede han demostrado que saben cómo reinventarse en torno a sus propios parámetros, manteniendo su inquietud y proyectándola sobre el plano artístico. Y todo ello respetando la misma esencia del grupo, ésa que los ha convertido en mitos contemporáneos de la escena británica. Quizá sea hora de ir obviando toda aquella historia del Britpop, porque esa etiqueta les queda tan pequeña que apenas llega a cubrir una parte de su trayectoria. Un bagaje plagado de recovecos e insinuaciones en diferentes direcciones, que incluye ya ocho discos de estudio y un doble recopilatorio de caras B tan imprescindible como fue “Sci-Fi Lullabies” (Nude, 97).
AMO el disco. De inicio a fin!!!