Subiza

Grande, un disco el de
Delorean portador de una luminosidad que abruma. Luminosidad fruto de un
trabajo enorme y juraría que también fruto de la buena racha que vive el grupo
en este momento, ganada a pulso, por supuesto. Es un auténtico placer poder
hablarles de este álbum, lo mismo que lo supuso poder hablar con sus creadores
sobre su criatura frente a botellas de sidra y viandas exquisitas en Gijón hace
unos días. Les contaba que me parecía un trabajo lleno de luz y buenas
vibraciones, que había llegado a casa hasta los huevos una tarde, nerviosa y
gris, y que cuando sonaba “Grow” ya estaba dando saltitos por el salón. Que es
un disco que levanta, con suavidad, pero alto, muy alto. Igor y Ekhi me
escuchaban hablar emocionado (el día que deje de emocionarme, apago y me
largo…) y al final, entre cabrales y sidra me dijeron “eso es lo que
queríamos”. Pues chavales, lo habéis clavado. Estos vascos, ahora casi tan
tropicales como su amigo El Guincho (salvando las distancias), pero menos
estridentes, nos han colado un disco que mira de igual a igual a cualquiera de
los grandes nombres internacionales del pop electrónico. De repente se han
convertido en magos de las máquinas, en obreros más que cualificados en el arte
de poner capas y capas perfectamente armonizadas para entregar su disco menos
analógico, pero no por ello falto de vida orgánica. Nueve temas nacidos para
competir contra la tristeza y tumbarla en el primer asalto. Un álbum que para
el que firma, es el mejor trabajo de pop llevado a la pista de baile que
escuchado en este terruño.