Stromae es sinónimo de talento y de vanguardia. Su vuelta será una de las mejores noti-cias del año en lo musical. Por si misma, primero, y por lo que sirve de bálsamo a un pa-norama musical europeo cada día más maltrecho e incapaz de producir más de un par de sorpresas agradables al año. Recalco lo de sorpresa. Proyectos agradables hay muchos; agradables y cómodos, acomodados en una escena festivalera anclada en los inicios in-dies de la década anterior y en nichos como el drill que no han sabido salir adelante.
Stromae, que lleva en esto más de diez años, sigue sabiendo sonar distinto al resto de los artistas asentados en el panorama. No se ciñe a ninguna moda en concreto y marca su propio camino. Uno reconocible abierto a lo nuevo. La expectación ante uno de sus álbu-mes no se mezcla con el miedo, como es habitual. Empezar ‘Multitude’ es como volver a un restaurante muy bueno que acaba de cambiar la carta sin cambiar de chef.
En esta ocasión, el belga nos trae un álbum poliédrico, lleno de perspectivas y personajes dfierentes que protagonizan cada una de las canciones. Dialógico pero no narrativo. Las letras conservan ese lirismo descriptivo propio del mejor Stromae que se manifestó en el pasado en canciones como ‘Ave Cesaria’ y en el presente en maravillas como “C’est que du bonheur”, un tema arrebatador de menos de tres minutos sobre la maternidad y el pa-so del tiempo que cuenta más que series de 10 episodios a hora la entrega; o “L’Enfer”, el último adelanto previo al álbum y una canción que solo Stromae podría firmar sin caer en la cursilería, el victimismo o, lo que es peor, el malditismo. Muchas veces nos pregunta-mos qué diferencia a un artista de éxito de un pobre aspirante despojado de talento. La respuesta está en obras como esta.
‘Multitude’ es solo el tercer álbum de un artista que no ha necesitado de hiperactivismo para aparecer y hacerse recordar. Un fenómeno casi imposible de replicar a día de hoy. Casi diez años desde que ‘Racine Carrée’ llegara para convertirse en uno de los mejores trabajos de esa década; tras tres años largos que le ha llevado a Stromae producir estas multi-tudes inspiradas en sus viajes por el mundo. Quizá la mayor virtud de Stromae sea el haber firmado un álbum donde siguen estando el pop y la electrónica elegante de hace años, sumados al afrobeat y a instrumentos poco conocidos del folklore chino, y lograr que no sea pretencioso ni pedante sino que palpite vida. Tremendamente conectado a la realidad del mundo y a los sentimientos del artista y del oyente. ‘Multitude’ es una serie coral que podríamos ver estrenada en HBO, una Euphoria escrita por un genio del nivel de Sam Levinson pero no dirigida a un público incapaz de asumirse a sí mismo. ‘Multitude’ es el mundo de hoy y, al mismo tiempo, el observador que hay en Stromae. Casi una década de silencio es mucho tiempo para pararse y pensar. Dos contractividades que hoy quedan arrinconadas con demasiada frecuencia y a las que Stromae nos convoca con una decena de voces claras.
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