Strawberry jam

Hace unas semanas pudimos ver el vídeo de lo que ha sido la primera canción en ver la luz de “Strawberry jam”, el nuevo disco de Animal Collective. La canción era “Fireworks” y en el vídeo se ve el cielo y un montón de cohetes de colores explotando al ritmo de los uiuus y el traca traca tribal, como bailando alrededor. Además, la canción es un hit. Lo único malo es que era más o menos lo que esperábamos: música de indios, guitarras, texturas que no paran de dar vueltas enrollándose en sí mismas y el mismo aliento pop de la primera mitad de “Feels”. Y algo de eso hay, pero como con ellos nada es lo que parece, una vez escuchado con atención el disco entero uno descubre mil y una pistas donde dejarse embobar. Lo primero, una engañosa sensación de vuelta al principio. Por momentos parece una revisión más centrada y sintética de su “Danse Manatee”, con mucho aprendido y más por descubrir. Después, sorprenden la cantidad de hits, los arreglos coloristas, algunos muy pasados de vueltas aunque casi no se noten (“Unsolved Mysteries” parecen dibujos animados a punto de histeria y rodeados de burbujas), el crujido revoltoso de detalles, como si realmente fuese fiesta mayor incluso en los temas más densos (un par, no os vayáis a creer). Daba miedo pensar que una vez asentados los proyectos propios del núcleo duro del colectivo (tanto el último Panda Bear como el de Terrestrial Tones están a la altura de sus dos piedras de toque: “Sung Tongs” y “Here Comes The Indian”), su música perdiese un poco de la magia emocionada que les caracteriza. Nada que ver, es como si todavía tuviesen ganas de enseñarse entre ellos el truco recién aprendido. Y funciona: siguen siendo especiales.