A Tom Chaplin los centros de desintoxicación le han quitado la poca chispa que le quedaba. Sí, ahora puede presumir de haberse quitado unos cuantos de los kilos localizados en su cara, pero si tiene que volver a abusar de las barras libres para firmar temas que no sean un seguido de bostezos previsibles, le animo fervorosamente a que vuelva a hacerse íntimo de las destilerías. Retomando desesperadamente aquellos tiempos con los que en “Hope And Fears” se erigieron como la competencia directa de Coldplay, los británicos han vuelto a valerse del piano y las melodías inofensivas. A priori esto es lo que todos pedíamos a gritos después de que jugaran con la new wave en “Perfect Symmetry” y el posterior EP “Night Train”. Pero el principal problema de este “Strangeland” que nos ocupa es que puede interpretarse como una versión falta de ideas, sumamente aburrida y escandalosamente fallida de su debut. No hay canciones memorables y, encima, la gran mayoría parten de un mismo patrón que ellos mismos parecen considerar caduco. “Sovereign Light Café” o “The Starting Line” no la hubiera querido ni Brandon Flowers para aquel coñazo de disco en solitario que nos encasquetó hace dos años.
Encuentro que la crítica tiene parte de razón en cuanto a que todos pedíamos un vuelta a los orígenes de Keane pero quizás veo que se deja el álbum por los suelos. La verdad es que la impresión es muy grata después de haber escuchado Perfect Symmetry. Quizás le falta un poco más de chispa!