La inclusión del tema que abría “Giant” (07) en un veraniego spot cervecero y la edición de este “Strange Moosic” han sido todo uno. Pero maldita la falta que les hace el accésit popular publicitario, cuando se esgrime un álbum tan radiante como este. Sin acusar el desgaste del carrusel non-stop en que llevaban tiempo embarcados sobre los escenarios, el trío sueco-francés abre fuego con la irresistible “Tell Me Something I Don’t Know” (uno de los temas del año), hasta despachar con extrema fluidez otras once viñetas extraídas de una paleta folk rock más oxigenada, diáfana y contagiosa que nunca. Prima el equilibrio entre amargura y dulzura, entre caricias acústicas e interferencias eléctricas. La cercanía de unos textos reconocibles y la sencillez formal elevada a orfebrería fina. Y, sobre todo, el convencimiento de que, más allá de su habitual estela de acólitos, estas canciones serían pasto de FM en un mundo perfecto: escuchen “Be A Fool and Take My Heart” y díganme si no es el “Learning To Fly” (Tom Petty) de su generación.
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