Annie Clark rompe en su tercer largo con la imagen de buena chica abocada a la melancolía que nos habíamos hecho de ella en sus dos anteriores discos. “Strange Mercy” es un trabajo turbio y lacerante, perturbador a ratos, surcado por ritmos electrónicos más propios de Laurie Anderson puntuados por arreglos de cuerda dramáticos. Siempre ha habido algo de vaciarse las entrañas en la música de Clark, pero envuelta en estos paños suena doblemente herida e hiriente, especialmente en canciones como “Surgeon”, donde las ganas de abrirse en canal traspasan la metáfora poética y para situarse al borde de la patología clínica. Será una tontería, pero su imagen aquí contrasta completamente con la Annie que formó parte de la colorida pandilla de Sufjan Stevens y The Polyphonic Spree. Y ese espíritu oscuro atraviesa incluso temas como “Cruel”, lo más cerca que ha estado nunca de una pista de baile. De nuevo producido por John Congleton, con quien ya trabajó en su anterior “Actor” (4AD), el tercer álbum de St. Vincent ofrece una asoladora reescritura del blues, como actitud, no como estilo, y algunas de sus composiciones más brillantes.
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