“Londres siempre ha sido bautizada como la ciudad de los encuentros; es más que eso, es la ciudad de las resurrecciones”. Este aserto del escritor Arthur Machen, incluido en las notas interiores de “Strange Geometry”, describe a la perfección aquello que se intuye apenas comienzan a sonar sus primeros acordes: Alasdair MacLean ha dado en la diana facturando su mejor trabajo hasta la fecha, un cristalino dechado de delicadeza con la capital británica como excusa argumental y argamasa con la que conectar las doces historias que lo conforman.
Más certeros, más consistentes, más concretos de lo que se mostraban en “The Violet Hour”, en gran parte gracias a una producción con cuerpo y densidad, por obra de Brian O´Shaughnessy y gracia de algunos arreglos de cuerda introducidos con su maestría habitual por Louis Philippe. Todo ello para regurgitar de nuevo con estilo, clase y elegancia el sereno encanto del pop de la costa oeste americana y las atmósferas heredadas de Galaxie 500, dándole su indeleble pátina británica y conformando una suerte de evocador dream pop sólo apto para los buenos catadores. Al igual que ocurre con los actuales Piano Magic, una delicatessen que merecería trascender su considerable pero limitada audiencia potencial.
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