Los caminos de Porcupine Tree y Opeth vienen cruzándose desde hace tiempo. La buena sintonía entre sus dos líderes es evidente y parece que tanto Steven Wilson como Mikael Akerfeldt no tenían suficiente con colaborar en los discos de sus respectivas bandas amigas. De ahí que pusieran en marcha este nuevo proyecto culminado ahora por fin, después de que los dos protagonistas se encontraran en diversas ocasiones entre marzo de 2010 y septiembre de 2011 para escribir, producir e interpretar la música contenida en este disco. ¿Y cómo es esa música? Pues quien formule una ecuación simple -del estilo: Wilson + Akerfeldt = 50 % Porcupine y 50 % Opeth- errará el tiro completamente. Ni aparecen por aquí las estructuras habituales en Porcupine Tree, ni mucho menos la brutal dureza heavimetalera de Opeth. A cambio, este estelar binomio nos ofrece lo que podría pasar por una banda sonora de una película de intriga, en la que las imágenes no contemplan días soleados y sí mucha niebla, en que la inquietud y la sensación de desasosiego se imponen siempre. Proyecto menor resuelto con solvencia y clase.
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