El segundo trabajo de los hermanos DeLeo con Jeff Cutt es un disco repleto de buenas intenciones, pero lastrado por una falta de carisma alarmante del sustituto de los dos anteriores y fallecidos cantantes. Jeff y el resto de Stone Temple Pilots nos entregan un compendio de medios tiempos y tonadas acústicas tan melancólicas y bien facturadas como ajenas al dolor y al malditismo de Weiland y Chester.
Tras el fallido disco anterior comprendieron que lo que mejor se adapta al a voz de Jeff son este tipo de canciones, por momentos suena a Weiland pero al segundo te percatas de la falta de garra. Las canciones no son malas. Hay ideas y momentos muy logrados como la briosa y de aires Zeppelinianos “Three Wishes”, el single “Fare Thee Well” y los arreglos parisinos de “Miles Away” son un excelente punto de partida para el futuro. Pero también nos encontramos con otros momentos algo bochornosos o que simplemente chirrían como la flauta que sobrevuela durante “She's My Queen”, los aires latinos de “Perdida” o esa flacidez insulsa hecha canción que es “Years” de la cual renegarían hasta los Chicago mas edulcorados.
Sinceramente no es un mal disco, pero sí es insuficiente para que la carrera de los de San Diego repunte. Acabar de teloneros de Nickelback es una de esas bromas macabras de la vida que te dejan pensativo, preguntándote qué hiciste mal, y como después de cuarenta millones de discos vendidos a tus espaldas acabas así. Los hermanos DeLeo facturan un disco lleno de momentos de retrospección y recogimiento personal que les será más útil a ellos que a nosotros, unas canciones que buscan la belleza en la tristeza, en la pérdida y en la tragedia pero no solo no lo logran es que se convierten tras múltiples escuchas en un disco tedioso, insulso e inofensivo.
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