Las tres fotos que aparecen en el libreto interior del segundo disco de Simple Plan son un claro indicativo de lo que al final acaba representando esta obra. En una, aparecen vestidos como si fuesen unos insolentes yuppies, lo cual indica que ya se lo han creído, en otra salen jugando al golf, lo cual se puede entender como una señal de aburguesamiento, y en la última salen disfrazados como unos ancianos que están en el asilo, una ilustración que refleja que a estos jóvenes, por pipiolos que sean, se les ha podido pasar el arroz.
Su debut fue un disco refrescante en el que abundaba la naturalidad de una música desenfadada, que es justamente lo que aquí se hecha en falta. A esta fallida continuación le falta mucha chispa (sólo la inicial “Shut Up!" captura aquella esencia) y temas como “Perfect World” o “Jump” permitirán que sus detractores encuentren motivos para defenestrarles. "Me Against The World" y "Everytime" son de los pocos que se salvan de la quema. Ni la producción de Bob Rock, ni el ceder un tema y compartir estudio con Mötley Crüe les han servido demasiado. Concentremos ahora nuestras esperanzas y energías en la esperada continuación de The All-American Rejects.
Hey, kilelr job on that one you guys!