Stephen Malkmus no es el primer músico de rock-pop que se enamora de Alemania y sus sonidos. De hecho, su admirado Lou Reed tuvo un intenso romance con el país y su capital Berlín. Pero sí que es uno de los pocos que se ha acercado a su faceta más electrónica y kraut sin perder ni un ápice de la personalidad que siempre le ha caracterizado.
“Groove Denied” es su primer disco homónimo tras cinco álbumes con Pavement, cuatro con Silver Jews, siete con The Jicks y uno con The Crust Brothers. Un trabajo muy personal en el que llevaba trabajando doce años y se iba a publicar en un principio en 2017. Se ve que Matador no estaba convencido con el disco y su presidente Chris Lombardi viajó a Portland para convencer a Malkmus que no era el momento adecuado para editarse. Dos años después ya tenemos en nuestro reproductor el que muchos llamarán el disco más raro de Stephen Malkmus, pero considero el más personal y genuino donde el músico californiano se encarga de todos los instrumentos y producción. Sí, contiene muchas canciones de corte electrónico analógico de espíritu vintage, a medio camino entre los Cabaret Voltaire más pop y los primeros discos de Human League, pero no ha abandonado el espíritu DIY que le caracteriza desde los primeros discos de Pavement.
Ese espíritu juguetón e infantil que podíamos encontrar en trabajos como “Wowee Zowee” (1995). Aparte de temas de dark synthpop como “A Bit Wilder” o piezas minimalistas de aires cósmicos como “Viktor Borgia”, también está el Malkmus clásico que no duda en sacar la espíritu rock indie de toda la vida en temas como “Come get me” o los aires sixties analógicos de “Rushing the acid frat”, tan Silver Apples en su parte final. Personalmente, me hubiera gustado más que todo el disco hubiera sido como “Viktor Borgia” o “Belziger Faceplant”, pero “Groove Denied” no deja de ser uno de los discos más interesantes de toda la carrera de Stephen Malkmus.
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