La consabida historia del geniecillo que otrora lideró a una formación carismática en la edad de oro del independentismo procedente de los States se vuelve a repetir –por desgracia, homólogos los hay a patadas- con el lánguido vocalista de los ya difuntos Pavement. Tras facturar obras del calibre de “Slanted & Enchanted” y “Crooked Rain, Crooked Rain”, al de Stockton tan sólo le quedaba prolongar hasta el declive una fórmula antaño revulsiva y escribir el correspondiente epitafio.
Liberado de la carga que conlleva un liderazgo ficticio espoleado por las nuevas generaciones, Malkmus decidió emprender vuelo en solitario y mostrar al planeta quién llevaba las riendas en su anterior e irregular andadura. A pesar del esfuerzo y del empeño, a pesar de atesorar un currículum harto deseable por cualquier mojigato ávido de reconocimiento y respeto, a pesar de regalarnos temas facturados con el encanto de “Black Book” y “Jenny & The Ess-dog”, de la viveza y empuje de “Troubble” y “Pink India” y de la melancolía de “Trojan Curfew” y “Deado”, los fantasmas del pasado le ganan la partida al bueno de Malkmus -víctima de un lastre insuperable- y lo que se antojaba un debut oxigenante y revelador pierde fuelle ante el fatal acoso de la nostalgia. Otra vez será.
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