Dependiendo de la tolerancia que uno tenga al eterno bucle alrededor de los años ochenta en el que algunos han convertido el pop de consumo de los últimos tres lustros, así será su propensión a empatizar con lo nuevo de los hermanos Adam y Johnny Blake y Stuart Price (Les Rythmes Digitales). Más menestrales que artistas, más cercanos a la alquimia que a la fórmula magistral, el trío británico vuelve exhibir su probada eficacia en este cuarto álbum para orbitar sin retorno posible alrededor de casi todos los estilos que en el pop sintético han sido desde su debut en 2001: synth pop, electroclash, chillwave y todo lo que haga falta para perpetuar una fantasía sonora que juega con descaro a la coartada retrofuturista, pero a la que pocas objeciones cabe exponer cuando los temas funcionan tan bien, mostrando todavía un poder de seducción sin tacha y una veta atmosférica más resuelta que en anteriores entregas.
Once temas que suponen un abierto desafío a las caducidades impuestas por modas, coyunturas y tendencias con fecha de consumo preferente, que imponen su palmaria funcionalidad y refrendan que ese amplio elenco (del que han formado parte Madonna, New Order, Seal o Keane, entre muchos otros) que alguna vez ha permitido remozar sus propios temas por la mano diestra de Stuart Price no puede estar equivocado al unísono. Zoot Woman son listos, taimados y saben muy bien lo que se hacen. Y ya saben lo que dicen acerca del diablo y lo viejo.
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