No puedo negar que el escepticismo se apoderó de mí ante la edición de este trabajo. El motivo no era sino el aviso de que sería cantado en castellano, y, la verdad, reconforta darme cuenta de lo absurdo de mis dudas. Y es que poner en tela de juicio a estas alturas la capacidad de los catalanes para construir enormes canciones tiene más de delito por inconsciente que otra cosa. No sólo han vuelto a hacerlo, sino que han afianzado su discurso a base de mantener todo lo que ya habían ganado mientras, y en un alarde de riesgo, Enric se ha desnudado frente a cámara sin filtros, en un castellano que ha conseguido que la infección se propague con mayor rapidez y más hondo. Las canciones, más oscuras, limpias y punzantes se clavan desde “Feliz en tu día”, rompiendo cuellos una vez más gracias a “La vieja gibellina” o la impresionante “Poema nº 3”, y acunándonos con su homicida e hipnótica nana “Si me levanto”. Un disco que no puedo dejar de sentir, que duele porque está repleto de emociones, las mismas que me alegra ser capaz de absorber cuando comenzaba a dudar de mi capacidad de pasar según que cosas por otro sitio que no fuera mi cabeza. Cuento las horas para el golpe de gracia que espero suponga verlos sobre un escenario.
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