No parece complicado frivolizar a propósito de Gossip: residentes en Olympia, militantes feministas, iconos de la escena bollera, íntimos de Kathleen Hanna -“Standing On The Way Of Control” se cierra con un remix a cargo de Le Tigre- y Kim Gordon -coautora del artwork del grupo- y con una frontwoman de peso (perdón por el chiste fácil) difícil de olvidar.
Son una de esas bandas candidatas a ser sometida a juicio por casi todo menos por su música, y de hecho discos como “That´s Not What I Heard” o “Movement” difícilmente les hacían destacar entre las miles de bandas punk rock que pueblan la geografía yanqui de no ser por la peculiar voz de Beth, capaz de interpretar a los Angry Samoans como si de una de Aretha Franklin se tratara. Su tercer álbum, no obstante, justifica las referencias que el propio grupo cita desde su propio Myspace: Slits y Maximum Joy, pero también LCD Soundsystem y The Shangri-Las. Han firmado su colección de canciones más ecléctica, a las que la producción de Guy Piccioto (guitarra y voz en Fugazi) dota de una brillantez y pegada de las que el grupo carecía hasta hoy. Todo indica que ha llegado del momento de conseguir lo que, dicen, se proponían desde el primer momento: el público bailará en sus conciertos.
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