No cabe duda de que parte de las fuerzas motoras de cualquier creador son la inquietud y las ganas de innovar. Una necesidad que en ocasiones hay que apartar de la ansiedad por alterar la forma constantemente. Algo de eso tiene el nuevo disco de St. Paul & The Broken Bones, en el que el grupo norteamericano renuncia a seguir insistiendo en ese soul tradicional y desgarrado que encandiló a través de su debut para tomar el género desde una visión menos orgánica. La propia introducción con el gospel cósmico de “Crumbling Light Posts, Pt.1” ejerce de anticipo a ese interés por la instrumentación, los ambientes funk y el falsete (“Midnight On The Earth”) en detrimento de ese atronador nervio -representado en buena medida en la voz de su cantante- que todavía deja retazos como “Burning Rome”, evidenciando la oportunidad perdida de incidir en su faceta más visceral y clásica.
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