Los de Austin entregan su décimo LP sin haber perdido su toque personal mágico. En realidad, a estas alturas de la película y después de numerosos cambios de formación, es evidente que quien marca aquí la diferencia es el rubio y espigado cantante, guitarrista y compositor Britt Daniel. Sin desmerecer el trabajo del batería Jim Eno, con quien empezó la banda hace ya casi tres décadas y que sigue con él al pie del cañón.
Este álbum puede verse como reacción al excelente y sofisticado “Hot Thoughts” (Matador, 17), donde se soltaban rítmicamente, pero sin vender su alma al diablo. Se ha dicho hasta la saciedad que su nuevo depurado y elegante trabajo es “el disco de rock” de Spoon, lo cual es simplificar bastante. Se nota, es verdad, que han ido a lo esencial, recuperando el trabajo de local, y que composiciones como el tremendo e irresistible single “The Hardest Cut”, “Feels Alright” o “Held” son más crudas y beben de las inagotables fuentes del blues y el rock primario.
Pero Daniel y compañía no se olvidan de su lado pop más refinado. Las dos caras musicales coinciden desde la misma portada, con ese rostro dividido que puede simbolizar muchas cosas, entre otras nuestra capacidad contrastada para sacar nuestro peor lado. Es el sentido que tiene la letra de la canción que da título al disco, deliciosa balada con piano eléctrico y ritmo ensimismado en la que Daniel se descuelga con uno de esos estribillos llenos de magia melancólica por los que algunos matarían. Entre medias, cortes deliciosos como “The Devil & Mister Jones”, “Wild”, “Astral Jacket” o “Satellite” llevan las influencias de bandas clásicas (The Kinks siempre) y de soul a los terrenos en los que la banda se muestra tan cómoda. En definitiva, otro puñado de canciones para añadir al siguiente recopilatorio de lo mejor del grupo, y otro disco para disfrutar una y otra vez.
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