Desde el primer contacto con "Hippopotamus", resulta evidente que estamos ante el "En familia" de Vainica Doble particular de los hermanos Mael; o sea, una mega radiografía de todos los ángulos sonoros desarrollados a lo largo de la carrera de Sparks. Cabaret-pop, formas arty, esplendor glam, synth-pop de corte elegante y, cómo no, su inconfundible personalidad de tebeo. De hecho, "Misionary Position" bien podría haber pertenecido a discos como "Propaganda" (74), "Edith Piaf (Said It Better Than Me)" a "Gratuitous Sax & Senseless Violins" (94) o "What The Hell Is It This Time" a su reciente alianza junto a alumnos aventajados como Franz Ferdinand. Y así podríamos estar conectando con cada una de las quince piezas que integran este trabajo. Aunque lo más relevante es el intimidante grado de inspiración desplegado, que lo convierte en su trabajo más granado en ganchos desde sus años junto a Giorgio Moroder, gestados entre finales de los setenta y principios de los ochenta.
El conjunto resuena a gran testamento, un (¿último?) destello de esplendor para el que se entienden los ocho años de diferencia con su anterior álbum bajo su nombre, el sorprendente "The Seduction Of Inmar Bergman" (2009). Para esta ocasión, el cine también vuelve a estar presente, por medio de un corte como "When You’re A French Director", para el cual han incluso llegado a contar con la presencia del mismísimo Leos Carax al acordeón y las voces. Y es que Sparks están tan sembrados de humor para la ocasión como en sus pináculos glam de mediados de los setenta. De "Scandinavian Design" a "The Amazin Mr. Repeat", se ven tan capaces de hacer un disco de humor para niños -como en la titular del disco- o articular un mapamundi de costumbrismos debidamente desmontados y expuestos desde su particular escenario de ironía arty. En cualquier caso, lo que siempre prima es la sensación de estar presentes ante una modélica expresión de pop inteligente, lo cual, en su caso, nunca está reñido con diversión. Si ya lo cantan ellos en la genial "A Little Bit Like Fun", una de las tantas razones por las que este trabajo debería ser objeto de ejemplo de las virtudes de lo políticamente incorrecto, y que, en pleno siglo XXI, parecen escasear cada vez más dentro de los meandros pop y rock. En serio, pletóricos, y me que corto, muy corto.
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