Con la incertidumbre acerca de si el segundo disco de dúo sueco vería la luz algún día, se puede afirmar que la espera de 6 años ha merecido la pena. Lo que nos encontramos en su nueva referencia son unas canciones que continúan desprendiendo un halo de tristeza para dar rienda suelta a un apartado de gran confianza personal. Por ello, Stay Free, el tema que da título al trabajo, supone la perfecta apología a tomar el pulso a las ganas de vivir. Bajo esta temática que subyace durante todo el trabajo, son capaces de desarrollar al mismo tiempo las confesiones amorosas tan bien encerradas en su aclamado debut Voyage, dejando de este modo la puerta abierta a la ayuda que siempre proporciona el otro extremo de una relación. Así es como logran las canciones más cercanas al formato balada ochentera de su carrera, algo apreciable en los compases iniciales de The Greatest o incluso con mayor claridad en Don’t Worry. La evolución también llega a través de una perspectiva que poco a poco va escapando al ambiente juvenil en el que se desarrollaban las canciones de su primer disco, asentando pasiones y consiguiendo un mensaje de carácter más universal como bien ocurre en Moment In The Sun donde aceptar el pasado resulta fundamental.
Manteniéndose constantes en sus influencias de electropop bien apaciguadas en muchos casos bajo el filtro de los trabajos más ambientales de Moby. Seguramente sea en estos puntos donde podemos observar la madurez que han alcanzado, contando con una producción que huye de la espectacularidad en las percusiones y suaviza los momentos más álgidos a través de sonidos de cuerdas sintetizadas. Cierto es que la recopilación de múltiples formatos de pop llegado de tierras escandinavas de los 70 y 80 sigue siendo un buen hilo conductor, intuyéndose los momentos más diseñados a bailar pegados de ABBA en temas como Beautiful Life. Ya que entramos de lleno en clásicos del pop nórdico, tampoco podemos pasar por alto la forma en la que saben sacar el partido a los compases disco tan latentes en grupos clásicos de Labrador como Club 8, encontrando en Wicked Ways el single más representativo del trabajo, no precisamente por su inmediatez sino por resultar la síntesis perfecta de la dirección hacia la que quieren conducir sus temas. En definitiva, una apuesta por un pop de intimidad compartida donde no se dejan llevar por la inercia de su debut.
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