Que nadie busque en este disco a los Soul Asylum de "Grave dancers Union" (1992) ni canciones como “Runaway Train” porque se va a llevar un chasco. Aquí lo que vamos a encontrar a la banda de Minnessota cerca de sus más crudos inicios y de discos como "Made to be broken" (1986) o "Hang time" (1988).
Hay poca dulzura y poca suavidad en estas canciones, y por contra mucho desgarro. Dedicando su título y su portada a Shirley “Cha Cha” Muldowney, una pionera de las carreras de coches y una debilidad de su líder Dave Pirner, nos lo ponen fácil abriendo el con una de las mejores canciones del lote, y quizá la que más recuerde a sus momentos de éxito multitudinario, la infalible y guitarrera “The only thing I missing”. Además marca el tono que va a seguir el disco. “High road” mezcla con éxito el rock de raíces y el punk, en algo que ya le habíamos visto hacer al combo hace mucho tiempo y “Freeloader” parece un tema perdido de alguna sesión de grabación de los Drive By-Truckers. Fajados en mil batallas, no rehúyen acercarse al pop psicodélico en “You don’t know me” y tampoco al funk en “Tryin man”, donde el teclado de Ivan Neville, que aparece en varios momentos del álbum, brilla con luz propia. Y en esa variedad quizá está lo mejor y lo peor del trabajo.
Porque si bien a nivel de frescura sientan muy bien los cambios de estilo, estos pueden descolocar al oyente ligeramente perdido entre tanta heterogeneidad. Eso sí, quien necesite a los Soul Asylum más reconocibles, los tienen en “Trial be fire”. En cualquier caso, el disco es disfrutable y además nos devuelve a una de esas bandas a las que uno le tiene cariño por lo que fueron y también por lo que no llegaron a ser. Fueron y son unos todo terreno, un grupo currante y de largo recorrido, que no aceptó caer en las fauces del poderoso caballero que conocemos de sobras. Si es que hay que quererlos.
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