Jokin Salaverria es una constante en la música en directo de Vizcaya, aunque también pasó varios años tocando en California, en la meca de la música que más le motiva, la de la costa oeste americana y su perdurable groove sesentero. Hemos podido escuchar su bajo en proyectos como Rubia, Landslide, Jonny Kaplan & the Lazy Stars, Marrakech Express o Hot Legs, aportando casi siempre coros y un exquisito gusto con su instrumento de cuatro cuerdas. Ya lo entrevistamos recientemente con motivo de su primer disco en solitario, que llega con el nombre de Sotomonte y bien cargado de melodías inspiradoras.
El debut lleva el acertado título de "From Prayer to the Battlefield" (del rezo al campo de batalla), haciendo balance entre lo más reflexivo y lo más combativo del carácter de su creador. Inaugura "Words", una pequeña gran canción que inevitablemente remite a los primeros Crosby, Stills & Nash a través de guitarra acústica y un trío de voces que nos acerca a la luz a la vez que nos deja perplejos. Y es que la disposición y el tratamiento de las voces es una de las grandes bazas de este álbum, como en la poderosa "Culture for Vultures", que arranca con una suave guitarra acústica y finaliza en una orgía de salvajes golpes de batería y punteos rockeros.
"For What is Done in Darkness" afirma con convicción que lo que se hace en la oscuridad saldrá pronto a la luz; la melodía (que engancha como pocas) es una especie de hard rock a medio tiempo que puede recordar a Jethro Tull y que incluye acertados solos de guitarra eléctrica. Momento para la reflexión en "Now That Your Days are Gone", una canción con la que encarar fantasmas, auténtico baladón donde los haya, con ciertos aires soul y un estribillo irresistible. Por su parte, "Moral Blindness" atrapa por el constante riff de guitarra (con un ligero efecto de sonido) y por unas voces que, unidas, se asemejan a las embravecidas olas del mar acercándose a la orilla. La onda de 1969 se cuela también en "Fishbowl of the Gods", una canción que se apoya en las fantásticas partes instrumentales y que tiene sus subidas y bajadas de intensidad, dotándola de este modo de un aura también como de marea y con unos teclados que por momentos parecen elevarnos de la silla.
"Believers of the Mass" nos transporta con el característico sonido de órgano y las expresivas maneras de una canción que señala a los "creyentes de la masa" y, en cierto modo, se pregunta porqué la mayoría de la gente prefiere seguir la corriente principal. El cierre lo protagoniza "The Written Script", una canción preciosa (con sus momentos psicodélicos) que trata en buena medida de lo mismo: no ceñirse al guión que nos han dado, que nos ponen delante de la cara cada día, y vivir la vida como a ti te enrrolla. Tomar consciencia de uno mismo. Culmina además con un crescendo de un minuto que dejará a los amantes de la música, seguro, con ganas de más.
Se ve que Iñigo Regel, de Los Estanques, ha hecho un grandísimo trabajo con la producción de este disco, y también ha sido la mitad ejecutora (junto a Salaverria), interpretando muchos de los instrumentos. Aún así hay espacio para unas cuantas colaboraciones guitarrísticas: Iñaki Uoho, Adrián Bárcena de Rubia, Germán Herrero de Los Estanques, Gonzalo Portugal y Pit Idoyaga. La batería la toca Brian Young, de The Jesus & Mary Chain o Fountains of Wayne, la percusión Unai Somocueto y hay algún que otro coro a cargo de Germán Salto. Entre imprevistos de varios tipos por fin ve la luz el debut de Sotomonte, que nos enseña que es aconsejable meditar antes de salir al campo de batalla.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.