En una entrevista a la revista Cut durante la gestación de "Goo", Steve Shelley –batería de Sonic Youth– afirmaba: "Hay un montón de grupos por ahí que toman el pelo a la gente haciéndoles creer que hacen algo que vale la pena cuando, en realidad, solo hacen refritos de cosas que ya se han hecho antes un millón de veces. Al menos nosotros nos la jugamos y nos lo pasamos bien. En eso consiste la música; en no seguir las reglas".
Tras las "traiciones" de Hüsker Dü y The Replacements al indie, Sonic Youth y tras previa consulta con Bob Mould, decidieron que fichar por Geffen Records era el siguiente paso a dar. Lo que ninguna de las dos partes conocía es que esa firma iba a variar el curso de la música cual efecto mariposa. El sello ganaba credibilidad y un imán hacia la efervescente escena underground que venía y la banda confiaba en superar los problemas de distribución que sufrieron bajo el auspicio de Enigma. Los de Nueva York creían que teniendo el control total de su obra y la potestad de "fichar" bandas para el sello iban a salir airosos de ese, en aquellos días, pacto con el diablo.
“Goo” fue un pequeño paso para Sonic Youth, pero un gran paso para la humanidad, ese disco cambió tantas cosas que hoy damos por hechas que asusta. Enseñaron a generaciones de músicos de todo el planeta cómo hacer sonar una guitarra eléctrica, abrieron la brecha en el mainstream por la que se colaron Nirvana y el resto. "Goo" es el ejemplo perfecto de cómo un disco debe sonar, cómo un grupo debe ser y de cómo utilizar las corporaciones en tu propio beneficio. Todo en ese disco es icónico, empezando por la portada de Raymond Pettibon y acabando con once canciones que pusieron orden al caos.
La declaración de intenciones del cuarteto comienza con "Dirty Boots", en la que unas guitarras punzantes sobre un ritmo trotón sientan las bases para miles de canciones posteriores que crearían sus súbditos directos e indirectos. Si un extraterrestre aterrizara en nuestro planeta, esta canción debería servirle de ejemplo de lo que es el eslabón perdido entre el punk y el grunge. El cambio de ritmo de este corte está entre lo más grande que el ser humano ha creado. Una explosión de sensaciones que no hace mas que advertir de que este disco cambiará tu vida para siempre. El sincero homenaje a Karen de The Carpenters da pistas de que las letras también son importantes y que Kim es una letrista infravalorada. El grupo estira y encoge la música en este corte a su gusto logrando dejarte exhausto. Y hablando de letras controvertidas, no hay que olvidarse de "Kool Thing”, esa canción dedicada/basada en LL Cool J, con Chuck D de Public Enemy dando réplica, que hermanó a dos estilos antagónicos hasta entonces. De mis favoritas es "Mary-Christ" en la que Kim y Thurston se reparten las voces con una melodía tan adictiva como retorcida. Las guitarras marcan el ritmo pero el bajo y la batería consiguen resaltar bajo el muro sonido.
La producción/asesoramiento adicional de J. Mascis (Dinosaur Jr) y Don Flemming (Gumball), con especial énfasis en los parches y el sonido de la percusión de Steve y en las diferentes afinaciones y distorsiones de Lee y Thurston, fueron un acierto (muchos músicos después buscarían ese sonido expresamente).
Casi ocho minutos dura "Mote" en uno de los momentos más difíciles para el oyente novato, en un bucle abrasivo de imposibilidad poética ruidista. "My Friend Goo" es la sinopsis de todo el disco, la esencia de toda la obra, un disco que acabó resultando un experimento en ver cómo se puede mezclar ruido, pop y psicodelia en un solo concepto. El ruido blanco ensordecedor y resplandeciente aparece en un par de píldoras, en la atolondrada "Mildred Pierce" y en la curiosa "Scooter And Jinx". Resumiendo, "Goo" es una pieza crucial del rompecabezas para entender cómo y por qué los artistas alternativos llevaron el underground a la cima.
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