Split
DiscosSonic Trash ...

Split

8 / 10
Holden Fiasco — 09-10-2023
Empresa — Guns Of Brixton Records / El Beasto / K7 Ekoizpenak

No sé quién los creó, pero se han juntado ellos solitos. Sé que unos se crearon en Bilbao allá por 2011. Los otros parece que empezaron ayer: en Gasteiz, ocho años después. Ya era hora de que hubiera más cosas que la AP-68 para unir a estas dos ciudades. No voy a embrollarme más: te hablo de la radiante alianza entre Sonic Trash y Víctimas Club para publicar sus nuevas canciones. En lugar de hacerlo en solitario, han decidido que era mejor hacerlo en equipo. Eso, en la música popular, lleva el nombre de una ciudad croata. Que han sacado un split, vamos. Eso es lo que quería anunciarte.

Por un lado, te vas a encontrar cuatro canciones de Sonic Trash. Por el otro, tres de Víctimas Club. Es decir, que, si se me permite el símil futbolístico, los bilbaínos ganan por un solitario gol de ventaja. En realidad, aquí, los que realmente ganan son los que escuchan. Y por goleada. Si con uno podíamos haber tenido bastante, con dos nos refocilamos a gusto. Es, además, un conjunto bien avenido y mejor terminado. Te lo cuento en detalle:

“Serendipia” tiene a bien definirte con música lo que significa esa palabra. El hallazgo, es luminoso, resplandeciente, seductor. La velocidad del final no hace más que encumbrar el descubrimiento con un frenesí feliz. A la primera, Sonic Trash desvela que su fuerza no está solo en los bíceps. “Ginebra” enmudece cuando quiere y retumba cuando le place, con un ritmo primitivo, casi sediento, que torna el tiempo en acordes reveladores. La batería es pálpito; las cuerdas, aliento. Las preguntas de “Harma tiro punk” suenan como perdigones perforando la razón. Parecen penetrar en tu conciencia como si estuvieras cantando tú mismo la canción. El ritmo se acelera, por momentos parece que se encabrita. Puedes bailar, rabiar, y, como dicen ellos en latín, conocerte a ti mismo, aunque no quieras. “Algoritmos”, la última, no pierde el tiempo maquillándose: post-punk sin pinturas ni afeites con una letra densa, repleta de referencias e interpretaciones que encajan perfectamente entre la actualidad más inmediata y la mirada más afilada.

Víctimas Club ha incluido tres canciones que no deslucen lo anterior pero relucen por si solas. “Chicas que” se tira al cuello: el ritmo ya engatusa desde el preludio. El misterio del título, con un pronombre relativo sin su correspondiente oración, se mantiene durante toda la canción, una canción repleta de esquinas que, al torcerlas, te llevan a una nueva revuelta en esta expedición frenética. Los que les han visto en directo, ya la habían escuchado. Sin embargo, en el escaparate del audio, la canción parece preñarse de matices. “Humillante Speed” dibuja un laberinto de direcciones y ritmos hasta que, casi llegando al minuto, se desboca. Por la pendiente, cae el punk en espiral. Finalmente, el teclado de “Tratando con desprecio a unos pocos” juega con las expectativas sin que le importe lo que pienses: el duende del jazz se va de carnaval con el hada de unas melodías que casi parecen cinematográficas. Pela brilla retorciendo el fraseo y el mareo no impide que encuentres la dirección y te dejes llevar.

Son siete que aspiran al diez. Las dos bandas sacan músculo creativo y el pulso entre ambas acaba en combate nulo: a ver quién elige. No hay que elegir, lo sé, las dos poseen el elixir de la buena música. Aquí, descubren que tienen mucho en común, tanto en el nervio que esconde la piel como en la pura superficie. También demuestran que el rock y el punk (el post y el no post) pasean por un horizonte tan amplio como alto van a volar estas canciones. Si aquí ya suenan como truenos, espérate a que desaten la tormenta del directo. No sé quién los creó, pero cómo me alegro de que se hayan juntado.

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