Joven predicador
DiscosSomos La Herencia

Joven predicador

8 / 10
Iñigo Basaguren-Duarte — 08-10-2024
Empresa — Humo
Género — Post punk

En esta era de oscuridad, mientras el mundo se consume, el cuarteto madrileño llega con un nuevo trabajo en el que predican una nueva era de sonidos disruptivos y perturbadores. Después de tan larga espera ⎯cuatro años desde Dolo, su anterior álbum⎯, hemos recibido cual evangelio redentor a este "Joven Predicador", aunque lo que nos ha contado duela y nos deje la boca con sabor a sangre y metal.

El mensaje que han traído Somos la Herencia nos interpela directamente. Sus frecuencias penetran en nuestra psique y nos dejan con una sensación de desolación y pérdida; quizás mayor que la anterior vez. En este nuevo disco compartimos la sensación que tuvimos con el anterior: escucha incómoda al principio, un enganche total después. Todo gracias a su sonido bruto, pero que destila una gran labor de producción.

‘Todos bajan la colina’, el tema que abre el álbum, es una declaración de intenciones, un aviso de lo que nos vamos a encontrar. ‘Una flor’ fue el adelanto del disco que ya nos presentaron semanas atrás. Aquí, el joven predicador enfundado en un traje de MC ⎯y no me refiero exclusivamente a la aparición de MBD en el noveno corte del disco⎯, se vuelve más directo y agresivo. Una vez hechas las presentaciones, el disco avanza destructor, sin contemplaciones. Glitches, oscuridad y dureza. Máquinas y texturas orgánicas dan forma al imaginario sonoro. Ni siquiera los 4 minutos de interludio, de ayuno y silencio, nos ayudan a coger aire y recuperar la calma. No hay tiempo para la quietud. El predicador, con la actitud de ser el último hombre en pie, nos proyecta los doce temas del álbum, que nos transportan de nuevo a esos paisajes desolados del extrarradio, llenos de pantallas rotas y flores.

Como he apuntado, la espera se ha hecho larga, pero ha merecido la pena. Es la confirmación de la gran banda que es Somos la Herencia. También hay que resaltar como han roto con muchos esquemas preestablecidos que se puedan tener sobre su música. Más allá del post-punk con sintetizadores, Somos la Herencia son una erupción de sonidos entre lo raro y lo espeluznante. Es electrónica para el fin de los tiempos. Es la representación sónica de quienes viven apretando los dientes.

En definitiva, el joven predicador nos lleva en este disco más allá de los límites que nos habíamos imaginado. Le seguimos con pasos firmes, con ceniza en el vaso y heridas en el paladar; con explosión de esplendor rudo que nos deja el último tema del disco. Sí, ese en el que, en cuanto entra Cruhda, todo parece romperse de la manera más bella posible.

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