Renovarse o morir, esa es la cuestión. Y Johnny Rzeznik, cabeza pensante en Goo Goo Dolls lo ha tenido claro esta vez: apostar por la madurez. Consciente de que los tiempos ya no serán los mismos que cuando grabaron discos tan mediáticos y brillantes como “A Boy Named Goo” y “Dizzy Up The Girl”, Goo Goo Dolls han decidido adaptar aquel modern rock vitalista a otro que suene mucho más adulto y sereno. Más inspirados y con mayor variedad de registros que en el insulso “Let Love In” (2006), en esta ocasión no nos van a descubrir la sopa de ajo (tampoco lo hacían antes), ya que está claro que todo está muy visto y muy trillado, pero ese pequeño giro que han experimentado les va a permitir no quedarse anclados, seguir con una carrera aún coherente que les permita llamar la atención de un público que quiera escuchar su música. Canciones relajadas y de buena factura que no va a alterar el curso de las cosas, con la apuesta incluso por arreglos a los que antes no estábamos acostumbrados (“Notbroken”), y manteniendo la pegada en temas como “Sweetest Lie” o “Now I Hear”.
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