Surge la duda, la verdad, de si comenzar el comentario sobre un disco de hip hop instrumental trayendo a Charles Ives a colación es del todo ortodoxo. Sin embargo su nombre sobrevuela la cabeza cuando este segundo largo que firma Kid Koala arranca a sonar: como aquel, Koala sisa melodías de la tradición musical americana y las estira y deforma a su gusto, para contextualizarlas en el momento que le ha tocado vivir, llámese atonalidad o turntablismo. Otra referencia: los Matmos de "Civil War". A todos ellos les une un sentido del humor nada disimulado, pero al canadiense le distingue esa concepción musical, tal vez no tan sesuda, pero mucho más resultona y apta para todos los públicos. Porque como afirma el mismo Eric San: “a menudo mi música es la banda sonora imaginaria del cartoon más ridículo que puedas imaginar”, una banda sonora a ritmo de giradiscos que lo mismo ejerce las veces de sampler –genial uso de las voces– que disparan ráfagas de scratch. Y para quien se quede con ganas de más en estos días aparece en Estados Unidos una novela gráfica de trescientas páginas que él mismo ha dibujado y ¡musicado! íntegramente. Lo dicho, un Potosí.
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