Lo dice la propia Soleá Morente. Que ha tenido que irse a buscar el ruido de la mano de David Rodríguez (La Estrella de David) para acabar volviendo a su terreno, a casa. Fue a él buscando algo más Los Punsetes, más radical, además de porque siempre ha sido una gran admiradora suya, pero tras ver juntos un concierto de su hermano Kiki Morente, a David le pareció imposible enmarañar tamañas raíces. Y al final, ni noise ni rock ni ninguna transgresión más sintética y electrónica como podíamos intuir tras el finísimo “Ole Lorelei” (18), aunque la mediana de los Morente se resista siempre a perder una querencia natural por la fusión flamenca, por plantear nuevos escenarios para una tradición milenaria. Lo que hay en “Lo que te falta”, disco que supone además el debut de la granadina con Elefant Records, es un ejercicio brutal de desnudo y purificación que escoge la rumba como hilo conductor. Una rumba incendiaria y espontánea, que bebe claramente de ese estilo fresco, directo e improvisado que representan María Jiménez y Bambino, como demuestra a la perfección el single "Viniste a por mí" o ese jaleo de versión del “Cariño” de La Estrella de David que sirve para abrir el disco por todo lo alto y para poner como punto de partida esa unión entre David y Soleá, el intercambio de conocimiento entre ambos, que al final es otro de los claros ejes de este trabajo.
De aquel revoltijo salió la mejor forma de encarar temas escritos por o junto a La Bien Querida y Jota durante los últimos años, algunos de incluso antes de “Ole Lorelei”, demostrando quizá que este fue un proyecto más colindante y que el nuevo “Lo que te falta” retoma de algún modo las cosas donde Soleá las dejó en “Tendrá que haber un camino” (15). Seguir probando e investigando la pulcritud de un sonido más flamenco, le llevó a empezar a atreverse a componer por sí misma, a la vez que jugaba cada vez más a la glosa, a la referencia, al guiño, y poder entrar en un nuevo estado de madurez artística que es el que le ha permitido firmar un trabajo tan sólido como este. Un trabajo que le ha permitido soltarse en todos los aspectos, como demuestra el sencillo “No puedo dormir” o esa rumba seca de “Tutti Frutti”, plagada de referencias (incluida a La Zowi con aquello de “yo solo quiero un goonie que me quiera bien”) y aderezada con unas guitarras afiladas que son seguramente el gran descubrimiento del disco, y que reclaman también mucho protagonismo en ese homenaje a su padre que acometen entre Soleá y su hermano Kiki con “Pero es de noche”. La rebelde y rugosa “Ducati”, por ejemplo, se sirve de unos versos del “Ducati Luv” de Yung Beef y Somadamantina, del ingenio creativo de Jota y de unos coros al jaleo de las Cariño, que también aparecen en “Cosas buenas”. Y eso se convierte en otro de los pilares fundamentales de “Lo que te falta”: el espíritu colaborativo. Sobre la excelsa dirección artística de David Rodríguez, las guitarras de Eduardo Espín y Víctor Iniesta (y los trazos noise del mismo Rodríguez), el bajo de Checopolaco y las percusiones orgánicas de Popo Gabarre y Ginés Pozas, se sustentan palmas, alegrías, coros, jaleos… vemos rutilar las voces de Las Negris, de Cariño, de Muchachito Bombo Inferno, del colaborador habitual de Soleá José Bonaparte (miembro de Napoleón Solo y con el que también comparte el proyecto artístico-literario Prado Negro), de Delafé, de sus hermanos Estrella y Kiki o de los propios David y Checopolaco. Todo este tablao se pone patas arriba con un tema como la homónima “Lo que te falta”, escrita por La Bien Querida, que encierra el espíritu pop del disco tanto como los jaleos de la rumba y la intensidad de la interpretación vocal (que aquí incluso se atreve con fraseos a la Rocío Jurado), tanto como ese remedo de guitarras rock de David, que colisionan de una manera sorprendentemente natural con las palmas. Y “Coca-Cola”, con su acercamiento al raï, también encarna bien el espíritu eminentemente festivo de todo el disco, que incluso infecta de optimismo la que es su canción más melancólica, “Olvidarme de ti”.
“Condiciones de luna” pone el broche saliéndose del tiesto y adentrándose en unos terrenos mucho más sintéticos y ruidistas, con una letra que no puede ser más Jota (“gitanita como yo no la vas a encontrar, así se vuelva gitana toíta la humanidad”) y referencias espaciales a esa catedral de nuestro pop que es la colosal “Islamabad”. Demostrando que Soleá es una librepensadora de la música popular, del flamenco y de sus posibles fusiones, una cantante valiente que sigue labrando con esfuerzo las piedras de su propio camino. Tendrá que haberlo.
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