When I Get Home

En 2016 Solange lograba firmar uno de los mejores discos del año con “A Seat At The Table” y, tras una intensa lucha, conseguía finalmente alcanzar el valor en la industria que se merecía. Tras ello se acabaron todos los prejuicios, se comenzó a tener en cuenta su propuesta artística y se sacó a la luz la estrella global que siempre llevó dentro. Eso sí, semejante acogida dejó un enorme reto a superar para su sucesor y millones de ojos ansiaban su llegada. Sin embargo, cualquiera que hubiera seguido los pasos de Knowles desde aquel “Sol-Angel and the Hadley St. Dreams” (08), con el que pegó un golpe en la mesa por primera vez, tenía más que clara la capacidad de reinvención de la estrella, sus buenas ideas y la firmeza con la que lleva su carrera. Como mínimo volveríamos a tener un álbum notable y una propuesta artística interesante. Y bueno, al final “When I Get Home” ha sido mucho más que eso.

Este cuarto álbum le ha servido a Solange para firmar de una vez por todas un proyecto libre de presiones y completamente generado para el puro disfrute de la artista. ¿Quiere decir esto que ha perdido por el camino todo ese valor de crítica social que consiguió años atrás? No, lo que quiere decir es que en esta nueva entrega ha decidido priorizar la sonoridad y lo estético por encima del mensaje. “When I Get Home” es un disco puramente emocional, cada pieza que lo construye representa el complejo mundo interno que Solange tiene en su cabeza. Juega a enlazar pasado, presente y futuro; con su regreso a Houston, su ciudad natal, como desencadenante de todo. Nos construye imágenes inspiradas por sus recuerdos, muestra sus influencias y llena el álbum de referencias a los valores de la comunidad en la que creció. De esta manera, logra darle vida a conceptos puramente abstractos, sentimientos relacionados con el paso del tiempo, que en los últimos años vivían en su cabeza y los ha decidido expulsar en forma de melodías.

Es por lo tanto su álbum más experimental hasta la fecha, más personal, introspectivo y universal a la vez. De nuevo es fiel a sí misma a la hora de apostar por una plena libertad creativa, no tiene miedo a los juicios hacia su música y solo piensa en el proyecto como un gran movimiento artístico. Prácticamente todos los temas del disco se grabaron en una sola toma. Y es que según cuenta la propia Solange a partir de un único acorde, o voz, fue construyendo cada una de las canciones, junto a John Key (batería y teclados) y John Kirby (sintetizadores), buscando constantemente esa sensación de improvisación del jazz que ha terminado definiendo la esencia de la propuesta (y cuyo ejemplo perfecto es esa desenfadada “My Skin My Logo” en la que suelta alguna que otra carcajada). Gracias a esto ha logrado construir su propio hogar sonoro, su verdadera residencia más allá de un lugar físico. Es un álbum que desprende todo el rato una gran sensación de libertad, de poder, búsqueda, aceptación y revalorización de la cultura.

“When I Get Home” es un disco de texturas, más que de letras, en el que el abuso de la repetición funciona como una especie de mantra (“Black skin, black braids, black waves, black days, black baes, black things”). Solange juego con sus géneros musicales habituales sin miedo alguno, se los lleva a su propio terreno, los introduce en su peculiar mundo y los transforma. La ya anteriormente nombrada colaboración de John Carroll Kirby a los sintetizadores, metido de lleno en el new age, se nota especialmente en el trabajo de la electrónica de temas como la noventera “Sound Of Rain”. Con “Binz” saca su lado jamaicano apostando por el reggae y en “Way To The Show” firma el siguiente paso de todo el trabajo con el funk que ha realizado en etapas previas. La producción de Dev Hynes (Blood Orange) construye una atmósfera tan densa como atractiva en “Dreams” y como añadido, atravesando todo lo anteriormente citado, permanece siempre con vida ese espíritu psicodélico que caracteriza tanto a Solange.

Entre la lista de colaboraciones de lujo del disco nos encontramos, por ejemplo, con Tyler The Creator en la producción y voz de un par de temas (“Down With The Clique” y “Time Is”). Sampha vuelve a repetir en los créditos tras su participación en el predecesor y Panda Bear encamina la producción del lado más ambient de temas como “Beltway” o “I’m A Witness”. Pharrell se deja ver plasmando su huella especialmente en “Sound Of The Rain” y, además, como apoyo vocal para cubrir la cuota femenina recurre a Abra y Cassie. Aún así, ninguna de estas colaboraciones hace verdaderamente grande “When I Get Home”. La propia Solange dejó muy claro que ella es la culpable de la fórmula del álbum, que es la principal creadora y productora de todos los temas. Y, además, en entrevistas recientes ha confirmado lo ambiciosa que ha sido con el proyecto pese a tener un proceso de creación más impulsivo que el de sus discos anteriores. “I can’t be a singular expression of myself, there’s too many parts, too many spaces, too many manifestations, too many lines, too many curves, too many troubles, too many journeys, too many mountains, too many rivers, so many”, dice en ese interlude que es “Can I Hold The Mic” dejando bien claro que es imposible encasillarla en una única modalidad artística. Que dentro de ella hay un complejísimo universo que va mostrando en pequeñas dosis y del que aún nos queda mucho por ver. Tiene claro lo que quiere y va a por ello.

En definitiva con “When I Get Home”, nos enfrentamos a un disco que aplaude la situación de Solange en el mercado actual. Cómo la estrella ha logrado hacerse su hueco para crecer libremente y su fascinante visión de futuro. Knowles no tiene miedo a manosear sus composiciones hasta que adquieren una nueva personalidad, a reflejar su libertad creativa sin censura. Sabe cuales son sus principios, sus valores y los mensajes que quiere transmitir con su arte. Pero, también tiene muy claro que estando donde está ante todo piensa disfrutar de cada nuevo movimiento.