Con el rotundo hilo conductor de la profunda y carismática voz de su líder, Stuart Staples, la propuesta musical de Tindersticks ha pegado diversos bandazos a lo largo de sus más de tres décadas de carrera. Eso sí, manteniéndose siempre bajo unas coordenadas en las que prevalecía la elegancia alejada de cualquier estridencia o salida de tono.
Pues bien, los de Nottingham nos encandilan una vez más -¡y van!- al alejarse de los parámetros más sintéticos y experimentales de ‘Distractions’ (21), su anterior disco -sin contar las bandas sonoras para las pelis de la directora francesa de culto Claire Denis- para ofrecernos de nuevo su cara más soul, pero filtrada siempre por el tamiz de su pop de cámara que es ya, en sí mismo, marca de la casa.
De esa guisa abren el disco con un tema como “New World” que rezuma un groove lento que podría haber surgido de una colaboración en el estudio con Inflo (SAULT) o incluso Michael Kiwanuka con la guitarra olvidada en el desván. Tema apuntalado por el lento caminar del bajo, unos vientos expansivos de corte clásico y la voz de Gina Foster como contrapunto a la del propio Stuart Staples. Un tono de negritud en los arreglos que se mantiene en el siguiente tema, “Don’t Walk, Run”, ahondándolo incluso y recordándonos por momentos a la banda sonora de una película que fusionara el cine “Blaxploitation” con un toque de “Nouvelle Vague”. Muy cool todo.
Tras esta, llega el momento de ampliar la paleta de colores, siempre dentro de su escala de grises -no nos flipemos tampoco- e incorporar un ritmo de lenta y dramática bossanova en “Nancy”, para luego acabar de adormecernos, llegando casi hasta el coma más profundo, con una “Falling, The Light” que tiene algo de nana para adultos.
Sin embargo, y llegados a este punto, el álbum empieza a naufragar en su evidente anti-dinámica y acaba por provocar algún que otro bostezo, desperdiciando lo que resultaba un inicio prometedor que tema a tema se va diluyendo. Pasa por ejemplo en “Turned My Back”, con ese regusto a Nick Cave a estas alturas algo innecesario, o en un “Soon To Be April” final que suena muy acomodada y en definitiva fácil de hacer si jugamos siempre bajo los mismos parámetros.
Podemos decir, por tanto, que “Soft Tissue” empieza de forma prometedora, ofreciendo la cara más adulta, sofisticada y soulera de Tindersticks, para acabar naufragando al perpetuar un tono cuya comatosa solemnidad se torna uniforme y exenta del elemento sorpresa.
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