Adoro sus dos voces, la forma en la que tocan la guitarra y el tipo de composiciones por las que apuestan, pero esta vez empiezan a vislumbrarse sintomas de agotamiento creativo. He escuchado esto antes y suena a repetición, lo cual no tiene por qué ser obligatoriamente malo.
De hecho, nos da una idea de la personalidad musical de la pareja. A Mark Stuart se le reconoce desde el primer acorde y lo misco ocurre con la preciosa voz de Stacey Earle, capaz de ponerte la piel de gallina. Sólo que te preguntas cuál es la diferencia entre este disco y sus predecesores. Y no es que haya nada diferente, sino que quizás sea un compendio de todo lo expuesto hasta ahora. La inocencia de sus inicios, la melancolía posterior, el buen rollo de su anterior disco. Por tanto, nada sorprende y la decisión correcta es enfrentarse al disco con la intención de disfrutarlo sin más. De la diversión que se respira con “Up In Annie’s Room” o “Are You Ready?”, de la sensibilidad de “Oh, Well” y “When I Walk Alone” (dedicada a sus padres y a sus años de infancia), de la tradición americana de “The Old Watch”, que le va como anillo al dedo a su profunda voz y a su armónica, o de las cadencias jazzy de “Town Square” y “Around The Back”. Así que, si acaba el disco y has disfrutado con él, no te preocupes por buscarle más pegas.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.