Los seis años de silencio – que no inactividad, no han parado en directo – no han diluido el hechizo de la música del quinteto de Reading. Hay pespuntes electrónicos que hacía tiempo no se hacían notar en sus canciones, caso de esa prometedora apertura que es “shanty”, que justifican los paralelismos que algunos han trazado con "Pygmalion" (1995), aunque sin aquel minimalismo que tan incomprendido fue en aquel momento: ya sabéis, los fastos y las hogueras del brit pop.
Y aunque es cierto que la recta final de este quinto álbum, influido por la pérdida de algunos seres queridos y las complicaciones logísticas de la pandemia, no está al mismo nivel del resto (“chained to a cloud” y “the slab” suenan a trámites cumplidores, quizá por la larga y complicada gestación del disco), hay aquí argumentos suficientes como para seguir confiando en ellos como la franquicia patriarcal de ese ya insigne recetario que cruza el dream pop y el shoegaze – y sus diversos modismos – en una fórmula de singularísimo poder evocador.
Sobresale la preciosa “andalucia plays”, título en el que Neil Halstead guiña el ojo a John Cale pero acaba recordando a la magna “By This River”, de Brian Eno: una de las mejores canciones en la carrera de Slowdive, sin duda. Pero también “prayer remembered”, otro de esos oníricos tapices instrumentales marca de la casa, que te elevan un par de palmos sobre el suelo y te transportan directamente a otra dimensión, con cierto poso a los The Cure circa "Disintegration" (1989). O la pegada pop de “alife” y “kisses”, dinámica melancolía que seguirá alimentando sus casi siempre impecables directos. La inspiración se resiente (algo), pero la magia, por lo general, permanece. Suficiente para contentar a su parroquia.
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