Hace ya algunas décadas Chicho Ibáñez Serrador nos surtía de unas televisivas “Historias para no dormir”, entregas en las que el miedo psicológico se apoderaba del espectador y le impedía pegar ojo. A sabiendas de que el quinteto madrileño es amigo de la oscuridad, en la que encuentra la mejor connivencia para la inspiración de sus letras, o para crear ese magnífico universo que acompaña a este sobresaliente trabajo, dilucidamos pues que el insomnio al que se someten no tiene nada de forzado.
Lo cierto es que AKOD han perfilado su complejo y laberíntico mathcore de antaño (el de "Unfinished" y "No Signal”) para someterlo a una cura de sobriedad. Por una parte se pierden esos nudos en el estómago que provocaban sus subidas y bajadas de montaña rusa de antaño, y por otra el oyente se convierte ahora en una especie de punch-ball golpeado por la intensidad de unos riffs que sin abandonar las fintas de noisecore tienen unos esquemas mucho más rockeros y convencionales, que no previsibles. Ya evidenciaban sus actuales derroteros en el split a cuatro bandas de "Waterloo". Entre aires a lo Every Time I Die, Mastodon o incluso a lo Pelican en la instrumental "...And I Choose For Death", edifican su mejor y más consistente muestrario hasta la fecha. La entrada de Jaime, batería de Adrift, ha ayudado lo suyo a reforzar el sonido de esta enorme formación.
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