Había mucha curiosidad de ver cómo Corin Tucker y Carrie Brownstein iban a responder discográficamente a la pérdida de Janet Weiss dentro de su ecuación instrumental. Pues bien, no ha sido tan catastrófico como muchos auguraban, aunque desde luego su vacío pesa como un esqueleto arrancado de cuajo de su anatomía original.
Cada vez más minimalistas en su concepción, desde el mismo arranque del álbum se palpan los efectos de la pérdida de Weiss a la batería. La guitarra suena más rítmica que nunca y la batería ha perdido punch, en pos de una sonoridad más metronómica, menos invasiva. El medio tiempo rock se impone en canciones absortas en la busca de la infección funk. Así sucede en “High on the Grass” o “Complex Female Characters”, cortes templados a fuego lento, notables pero faltos de la energía y dinamismo de antaño.
A pesar de estar ante, posiblemente, el momento más bajo en la trayectoria de Sleater-Kinney, hay que recordar que si estuviéramos hablando de un grupo novel, lo estaríamos haciendo de un trabajo notable. No puede ser de otra manera ante la tensión implosiva a lo Fugazi con la que cocinan cada gramo de “Worry With You”, uno de los momentos más destacados de una receta que va ganando a cada escucha, una vez que te acostumbras a la sustitución del genoma punk por su escuálida mutación del gen B’52s. Dicho eco, siempre presente desde sus inicios, nunca antes había asomado tan en primer plano, el cual se hace más que evidente en el tema titular del álbum y en el resto de hermanas pequeñas, como en la vibrante “Favorite Neighbour”. Cortes que, sin embargo, cuando intentan emular las explosivas arrancadas de antaño, suenan anémicas, como en el caso de “Shadow Town”.
Con todo esto, nos queda el consuelo de sus interesantes acercamientos a la materia soft-rock, tal que en “Bring Mercy”, último escalón de un trabajo, esperemos, de transición.
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