Tras la variada exuberancia instrumental asumida en su anterior trabajo, el espléndido “Nothing’s Gonna Change The Way...”, tocaba recoger los bártulos, despedir a la sección de vientos que le proporcionó ese tapiz de soul sureño mucho más informal y festivo, para cobijarse en un minimalismo sonoro en el que la steal guitar de un ilustre como Paul Niehaus (búsquenlo en los discos de Lambchop, pero también de Calexico, Yo La Tengo o Iron & Wine) se erige en firme protagonista, poniendo sus bellos y elegantes punteos al servicio de la sosegada voz del autor, mientras este, desgrana las eternas y algo manidas historias de corazones rotos y segundas oportunidades.
Puede que, como yo, eches a faltar algo más de músculo (solo la más rocanrolera “My Baby Drives” y el cierre con “Burning Pictures” cumplen esa función), pero cuando uno se deja llevar por el dulce balanceo de temas como “Today And A Lonely Night”, la bella “White Gardenias” o la más desgarradora “It’s Cold In This House”, se olvida de que no es el mejor disco de su autor, pero si un sincero ejercicio de apocadas canciones que no acaban de impregnar su huella.
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