En otras circunstancias, "Vestida de nit" podría ser un disco anecdótico, contemplado como un mero capricho de artista excéntrica. Pero no es el caso, Silvia Pérez Cruz convierte estas canciones en una delicatessen para oídos inquietos. Grabado con un quinteto de cuerdas, este excepcional proyecto tiene mucho de obra espontánea y al mismo tiempo está mimada gracias al trabajo que comparten el peso de la responsabilidad.
Silvia Pérez Cruz juega con cartas ganadoras porque las canciones ya estaban grabadas a fuego en su interior. Algunas ya las grabó antes a propósito de otros discos ("Gallo rojo, gallo negro" o "Ai, ai, ai"), otras son fruto de la educación que recibió de niña por parte de la familia ("Vestida de nit") y alguna otra es una de esas habituales versiones que agarra y lleva a su terreno hasta convertirla en algo casi irreconocible (en este caso se deja seducir por "La lambada (chorando se foi)" o "Hallelujah". A su manera, Silvia sigue alimentando su propia leyenda.
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