Tres décadas después de iniciar su andadura musical, Bob Mould continúa revelándose igual de visceral y explícito que siempre, convertido definitivamente en admirado icono del indie-rock norteamericano más anárquico e incalificable, tras el imprescindible liderazgo al frente de Hüsker Dü y Sugar. La décima entrega en solitario del músico vuelve a alcanzar un destacado nivel en composición y sobre todo ejecución (sin la sobrecarga electrónica de algunos sus últimos pasos) y, si bien no alberga la más soberbia de sus colecciones, a cambio continúa certificando con tremenda violencia esos pasajes asfixiantes y compactos en los que merece la pena hundirse en dulce agonía. El realismo de “Silver Age” ejerce como inquieta sacudida a lo largo de diez cortes y apenas cuarenta minutos de duración, evitando en todo momento pactar tregua con un oyente noqueado ante la ininterrumpida intensidad eléctrica batallada por Mould para la ocasión.
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