Hacer algo original en los tiempos que corren es algo harto difícil, y más en el ámbito nacional, dónde los grupos intentan siempre copiar la música que nos viene de fuera.
Pony Bravo no es que inventen un género nuevo, pero si que saben mezclar muy bien sus referencias y el resultado es un sonido del todo personal, original. Si tenemos que definir su música con una palabra esa es sur, el sur español y el sur americano. Y es que en Pony Bravo se mezclan aires de rock flamenco con un toque de western, de desiertos, coyotes y cactus. Pero hay más, a ratos se fijan en el jazz etíope y el tango (“Lolita”) y ratos les da por el reggae (“El guarda forestal”). La particular voz de Daniel Alonso se contonea de manera desganada y errática, alternando registros. A veces suena a una Nina Simone empapada en whisky y otras a Chinarro (“El Rayo”) o Jim Morrison (“Sunset” es puro The Doors con un toque jazzy). Pero la gracia es que nunca suenan a copia, suenan a Pony Bravo, y eso es algo de lo que pocas bandas pueden presumir en un disco debut. Sin duda habrá que estar atento a la trayectoria de estos sevillanos; propuestas como la suya escasean.
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