Puedo imaginarme a Chad Vangaleen disfrutando como un niño mientras elaboraba su quinto disco de estudio, absolutamente desprejuiciado y siguiendo como única norma válida la fidelidad al instinto inspirativo más visceral. Una tónica habitual en la carrera del artista canadiense, que con “Shrink Dust” vuelve a ofrecer un caprichoso conjunto de composiciones que provocan adicción en su sucesión.
El músico pertenece a la estirpe de los alquimistas sonoros, utilizando el folk como punto de partida antes de tornarse místico (“Monster”, “Cosmic Destroyer”), pasar por la música de raíces (“Weighted Sin”), abrazar ramalazos garajeros (“Leaning On Bells”), o completar psicodelia ensoñadora (“All Will Combine”). Un viaje interesante y casi siempre dotado con el premio de la valiosa composición, altamente recomendable para seguidores de Ariel Pink, Neil Young o Fleet Foxes.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.