Shiny And Oh So Bright, Vol. 1 Lp No Past. No Future. No Sun
DiscosSmashing Pumpkins

Shiny And Oh So Bright, Vol. 1 Lp No Past. No Future. No Sun

6 / 10
Raúl Julián — 19-11-2018
Empresa — Napalm Records
Género — Rock

La ilusión inherente a ese tipo de melancolía que remite directamente a tiempos mejores es un sentimiento natural en el ser humano y, por tanto, difícil de extinguir del todo. Poco importa, por ejemplo, la evidencia que señala que hace ya tiempo de la época gloriosa de The Smashing Pumpkins, en la que descubrir un nuevo disco de los norteamericanos implicaba un arrasador torrente emocional y sonoro con el que quedar a la vez noqueado y emocionado. Porque, en el fondo, cada entrega que siga llegando con la impronta de Billy Corgan prenderá la chispa del sueño, imaginando que quizá aquella inspiración tan particular que dio lugar a obras magnas haya regresado al que algún día fue su dueño. Una quimera que, en esta ocasión, venía indisimuladamente potenciada por el anuncio de que tres cuartas partes de la formación original sería la encargada de confeccionar el décimo álbum de estudio del grupo. James Iha y Jimmy Chamberlin se unían así al propio Corgan, mientras que Jeff Schroeder se confirmaba como sustituto de la definitivamente defenestrada D'arcy Wretzky.

Y ante tales expectativas llega “Shiny And Oh So Bright, Vol. 1 Lp No Past. No Future. No Sun” (Napalm, 18), que a la postre sugiere la posibilidad de diseccionar su contenido de dos formas bien diferentes entre sí. Si pensamos en el talante histórico del combo, éste disco resulta una (otra más) decepción considerable, al presentar mayoría de material inofensivo y ejecutado por una banda domesticada que, por momentos, puede llegar a manifestarse como caricatura de lo que fue en los 90 (y de lo que significó para la escena de la propia década). Un total de ocho canciones de evidente carencia pop, con frecuencia sobreproducidas y lastradas con unos adornos igualmente artificiosos y poco favorecedores. Poco rastro de las guitarras violentas de antaño, o de esa interpretación tan desgarrada como empática con la que Corgan conectó en línea directa con su público. Sólo el single adelanto “Solara” y (en menor medida) “Marchin' On” parecen escapar con solvencia de la mediocridad predominante en cortes como “Knights Of Malta” (ese comienzo no presagiaba nada bueno), “With Sympathy” o “Seek And You Shall Destroy”. Pero si, por el contrario, se realiza un voluntarioso ejercicio de aislamiento con el que afrontar el elepé sin atender al historial ni otras premisas, lo cierto es que éste es un buen compendio de indie-pop de guitarras, con melodías interesantes y un cantante con voz reconocible y personal. Las mismas piezas que bajo otra óptica parecían impropias y a todas luces insuficientes para una banda mítica, pueden llegar a tornarse aciertos si se olvida la sagrada firma que las acompaña. Es lo que sucede con la pegadiza “Silvery Sometimes (Ghosts)”, el medio tiempo “Travels” o “Alienation”.

En cualquier caso, el combo de Chicago confirma con esta referencia que, salvo ramalazos puntuales, dejan definitivamente atrás aquella personalidad artística que les dio lustre hace un cuarto de siglo y dejó para la historia títulos como “Gish” (Virgin, 91), “Siamese Dream” (Virgin, 93) o “Mellon Collie And The Infinite Sadness” (Virgin, 95). Y eso es algo que toca asumir, aunque implique desprenderse del poso más mítico y sentido dejado por la música del grupo. Porque el cuarteto se adentra definitivamente en una madurez creativa (bien entendida o no, pero madurez al fin y cabo) que será más o menos aprovechable dependiendo de cómo el receptor decida encararla. Acepten a los The Smashing Pumpkins de 2018 o déjenlos marchar para siempre. Esa es su decisión, pero pueden ir teniendo claro que a estas alturas ya no hay una tercera opción. Porque lo que es seguro, es que el pasado no volverá.

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